Piel de asno (1970) es
una película de Jacques Demy que adapta un cuento de hadas de Charles Perrault y,
como otras obras de Demy, pertenece al género musical, aquí sin ninguna coreografía,
solo canciones entre las que sobresale Amour, amour.
Catherine Deneuve es una princesa
que debe sortear las presiones de su propio padre, un rey interpretado por Jean
Marais, que ha quedado viudo y quiere desposarla al considerarla la única mujer
bella del reino. Un hada (Delphine Seyrig) le aconseja que pida regalos prácticamente
imposibles de conseguir en forma de vestidos pero, como su padre los obtiene,
debe huir del reino para evitar el incesto disfrazada con una piel de asno.
En la segunda parte de la película,
la princesa encuentra empleo en un reino vecino trabajando como porqueriza. En ese
reino hay un joven príncipe que la espía, la ve sin la piel de asno y se
enamora. Él cae enfermo y pide que le traigan
un pastel hecho por Piel de Asno, la cual coloca un anillo en la masa. Como en
la Cenicienta, todas las mujeres del reino se prueban el anillo, a ninguna le
va bien, hasta que la última mujer que se presenta en el castillo es Piel de
Asno, que se prueba el anillo y se llega al final feliz casándose los jóvenes
príncipes; además de que aparece el personaje de Marais y el hada que también
se han casado.
Curiosamente, hay otra película
de Demy en que también se plantea un incesto, y además consumado, entre Yves Montand
y su hija en Trois places pour le 26.
Con una escenografía y vestuario
desbordante de imaginación y fantasía, una fotografía con colores pastel y las canciones de Michel
Legrand, Demy rueda de manera desacomplejada un puro cuento de hadas, sin más
pretensiones que recrear un mundo utópico y lleno de ilusión.
Comparada con otras películas
de Demy anteriores, Piel de asno ha de salir malparada. Me gusta más el
trabajo de Legrand en la banda sonora de Las señoritas de Rochefort y Los
paraguas de Cherburgo que en la de Piel de Asno. Tampoco tiene este cuento de hadas la espectacularidad
de las coreografías de Las señoritas de Rochefort, ni el guion el
interés y el sentimiento de Los paraguas de Cherburgo. De hecho,
es una película menos musical que las otras dos y, aunque haya unas cuantas
canciones, la música está menos presente que en los otros dos filmes.
Se trata de un filme que se
nota muy personal de Demy, agradable de ver, pero muy inferior a obras
anteriores.
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