jueves, 4 de abril de 2024

ARIEL

 

Nueva aproximación al cine de Aki Kaurismaki viendo en el Zumzeig Ariel (1988), película que no llega a los ochenta minutos de metraje, pero en la que pasan muchas cosas, con ese estilo de Kaurismaki yendo a lo esencial de la historia que quiere contar, dejándose de superfluidades, narrando de manera lacónica, haciendo uso de elipsis y barnizando toda la historia con un fino sentido del humor.

Como en otras películas, los protagonistas son gente marginal. Aquí tenemos a Taisto, un joven treintañero que pierde su empleo como minero cuando cierra la explotación en la que trabajaba, cuestión explicada de forma magistral durante los títulos de crédito que concluyen con la verja que se cierra informando de esa clausura y sin ningún diálogo. Taisto es un hombre desarraigado, sin familia desde el momento en que su padre decide poner fin a su vida suicidándose en los lavabos de un cutre bar de carretera y dejándole como herencia un descapotable y 80.000 marcos. Taisto es atracado junto a su vehiculo por un par de delincuentes y después llega a Helsinki, donde solo puede lograr empleos precarios y malvivir en una pensión de mala muerte compartiendo dormitorio con otra gente en parecida situación.

Taisto conoce casualmente por la calle a Irmeli, una mujer de aproximadamente la misma edad, divorciada, con un hijo de unos diez años, que combina diversos empleos precarios. Se desarrolla entre ellos una historia de amor made in Kaurismaki, expicada con elipsis en pocas escenas, pero dando lugar a una relación sólida que resistirá el paso de las adversidades que sobrevendrán.

Taisto reconoce a uno de los tipos que lo atracaron, lo persigue, lo acorrala y lo agrede, pero, a ojos de la justicia, se convierte en culpable cuando unos agentes lo interceptan en plena refriega y es condenado de manera injusta a un año de cárcel, cosa que no perjudica su relación con Irmeli que le visita en prisión. Allí conoce a Mikkonen, su compañero de celda, un tipo que está encarcelado por homicidio, pero con el que hace buenas migas y se fugan aprovechando una lima que, como regalo de cumpleaños, le ha hecho llegar desde el exterior Irmeli camuflada dentro de un libro de comic.

Una vez fuera de la prisión, Mikkonen y Taisto traban conocimiento con unos hampones que les han de proporcionar pasaportes falsos para poder huir de Finlandia. Los delincuentes les proporcionan armas y un coche para cometer un atraco pero, después de dar el golpe, los quieren traicionar y acuchillan dejando malherido a Mikkonen, mientras instantes después Taisto los liquida con un arma de fuego.

Tras recoger a Irmeli y su hijo, así como enterrar a MIkkonen, Taisto puede embarcar junto a su nueva familia en un navío que tiene por nombre Ariel y, por destino, México. Un final que, aunque parezca forzado, nos satisface a los espectadores que hemos empatizado con Taisto, un hombre bueno y honrado.

Kaurimaki, con su peculiar estilo, se acerca al cine negro en este filme y, como declaración de intenciones, Taisto ve con sus compañeros de pensión una película en televisión que es El último refugio de Raoul Walsh. Kaurismaki ha dejado claro en otras películas que es admirador y deudor de cineastas como Bresson o Melville, pero también aquí de un cineasta clásico americano como Walsh. El director finés sintetiza en su obra muchas influencias de grandes cineastas, pero para dejar en su obra una impronta, tanto en la manera de realizar como en el aspecto moral y emocional, muy personal.

Como en otras películas del director finés, cuidada banda sonora que incluye rock, blues o clásicos rusos como Tchaikovski o Sostakovich.

 Otra gran película de Kaurismaki.

 

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