Nueva aproximación al cine de
Aki Kaurismaki viendo en el Zumzeig Ariel (1988), película que no llega
a los ochenta minutos de metraje, pero en la que pasan muchas cosas, con ese
estilo de Kaurismaki yendo a lo esencial de la historia que quiere contar, dejándose
de superfluidades, narrando de manera lacónica, haciendo uso de elipsis y
barnizando toda la historia con un fino sentido del humor.
Como en otras películas, los
protagonistas son gente marginal. Aquí tenemos a Taisto, un joven treintañero
que pierde su empleo como minero cuando cierra la explotación en la que
trabajaba, cuestión explicada de forma magistral durante los títulos de crédito
que concluyen con la verja que se cierra informando de esa clausura y sin
ningún diálogo. Taisto es un hombre desarraigado, sin familia desde el momento en
que su padre decide poner fin a su vida suicidándose en los lavabos de un cutre
bar de carretera y dejándole como herencia un descapotable y 80.000 marcos.
Taisto es atracado junto a su vehiculo por un par de delincuentes y después llega
a Helsinki, donde solo puede lograr empleos precarios y malvivir en una pensión
de mala muerte compartiendo dormitorio con otra gente en parecida situación.
Taisto conoce casualmente por
la calle a Irmeli, una mujer de aproximadamente la misma edad, divorciada, con
un hijo de unos diez años, que combina diversos empleos precarios. Se desarrolla
entre ellos una historia de amor made in Kaurismaki, expicada con elipsis en
pocas escenas, pero dando lugar a una relación sólida que resistirá el paso de
las adversidades que sobrevendrán.
Taisto reconoce a uno de los tipos
que lo atracaron, lo persigue, lo acorrala y lo agrede, pero, a ojos de la
justicia, se convierte en culpable cuando unos agentes lo interceptan en plena
refriega y es condenado de manera injusta a un año de cárcel, cosa que no
perjudica su relación con Irmeli que le visita en prisión. Allí conoce a Mikkonen,
su compañero de celda, un tipo que está encarcelado por homicidio, pero con el
que hace buenas migas y se fugan aprovechando una lima que, como regalo de
cumpleaños, le ha hecho llegar desde el exterior Irmeli camuflada dentro de un
libro de comic.
Una vez fuera de la prisión, Mikkonen
y Taisto traban conocimiento con unos hampones que les han de proporcionar
pasaportes falsos para poder huir de Finlandia. Los delincuentes les proporcionan
armas y un coche para cometer un atraco pero, después de dar el golpe, los
quieren traicionar y acuchillan dejando malherido a Mikkonen, mientras
instantes después Taisto los liquida con un arma de fuego.
Tras recoger a Irmeli y su hijo,
así como enterrar a MIkkonen, Taisto puede embarcar junto a su nueva familia en
un navío que tiene por nombre Ariel y, por destino, México. Un final que, aunque parezca forzado, nos satisface a los espectadores que hemos empatizado con Taisto, un hombre bueno y honrado.
Kaurimaki, con su peculiar
estilo, se acerca al cine negro en este filme y, como declaración de intenciones,
Taisto ve con sus compañeros de pensión una película en televisión que es El
último refugio de Raoul Walsh. Kaurismaki ha dejado claro en otras
películas que es admirador y deudor de cineastas como Bresson o Melville, pero
también aquí de un cineasta clásico americano como Walsh. El director finés
sintetiza en su obra muchas influencias de grandes cineastas, pero para dejar
en su obra una impronta, tanto en la manera de realizar como en el aspecto
moral y emocional, muy personal.
Como en otras películas del director
finés, cuidada banda sonora que incluye rock, blues o clásicos rusos como
Tchaikovski o Sostakovich.
Otra gran película de Kaurismaki.
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