A partir del hallazgo, después
de la muerte de Pasolini en noviembre de 1975, de un texto de poesía, Poeta
de las cenizas, inédito en aquel momento; Àlex Rigola montó hace ya
algunos años la obra Who is me Pasolini, en la que se da vida a esa
especie de ajuste de cuentas que realiza el propio Pasolini hacia su propia
persona cuando ha sobrepasado en poco los cuarenta años ya que el texto es de
1966.
Vemos el montaje en el Heartbreak
hotel en unas condiciones singulares que no había visto antes en un teatro. Después
de que, en el vestíbulo del teatro, Rigola nos haya hablado de la figura de Pasolini
y explicado qué nos encontraremos, accedemos a una caja grande de madera, un
contenedor de los que sirven para guardar obras de arte, con una capacidad para
treinta espectadores. Allí ya nos espera el actor argentino Gonzalo Cunill que,
vestido con el uniforme de la selección italiana de fútbol, se mete en la piel
de Pasolini haciendo un monólogo de poco más de una hora de duración. El monólogo
solo es interrumpido, accionando el ordenador el propio Cunill, por una proyección de rostros que aparecen en las
películas más significativas de Pasolini, un momento de El evangelio según
San Mateo del principio de la película con la jovencísima Virgen María
que escogió para la película y un rato en que Cunill dibuja en una gran lámina un
esquema de una familia burguesa, para hablar luego de la obra y película Teorema,
haciendo luego una bola con la lámina y dándole patadas contra una de las
paredes, retumbando dentro de la caja cada impacto. Salvo estos
momentos, el resto es un monólogo en el que el propio Pasolini desgrana
algunos de los momentos más importantes de su vida, su pensamiento y su obra.
El texto es muy denso, así como
muy interesante teniendo en cuenta la dimensión de Pasolini, un profeta cuyo
pensamiento está siempre de actualidad en un momento en que el capitalismo más descarnado,
la manipulación a la que está sometida la gente y la falta de valores
caracterizan las sociedades occidentales y las llevan a un proceso de degeneración
moral y corruptibilidad. Un texto que, situados ahora y tras saber las circunstancias
de su muerte el día de todos los difuntos de 1975, adquiere carácter premonitorio
cuando lo escribió nueve años antes.
Gran montaje, gran interpretación
de Cunill y un momento para recordar a un hombre cuyo legado va reivindicando
el paso del tiempo.
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