domingo, 10 de marzo de 2024

LOS TRES PADRINOS

 

Considerada como un título menor de Ford, Los tres padrinos es una película no exenta de interés y que contiene en muchos momentos cine de alta calidad.  

Ciertamente, y comparado con otros westerns, es una historia muy sencilla. Tres ladrones de caballos (John Wayne, Pedro Armendáriz y Harry Carey jr.) deciden atracar un banco en una ciudad recién fundada en Arizona. Escapan, pero se adentran en el desierto y se les ha acabado el agua, con lo que su situación es muy mala ya que el sheriff del pueblo (Ward Bond) les persigue bloqueando los puntos del territorio que pueden contener agua. Vagando por el desierto, encuentran en un carromato una mujer que está a punto de dar a luz mientras su marido ha desaparecido. Asisten a la parturienta y, mientras ésta agoniza, le prometen que se harán cargo del neonato. Machacarán cactus para extraer agua y seguirán andando con el pequeño, intentando llegar a una ciudad y ponerlo a salvo, sacrificando cualquier situación personal en beneficio del menor. Armendáriz y Carey pagarán con la vida ese sacrificio y solo Wayne logrará poner al bebe a salvo y enfrentarse a un proceso judicial, muy peculiar en sus normas procesales, por el que será condenado a una pena suave de un año de prisión tras el cual se supone se hará cargo de su ahijado, provisionalmente cuidado durante ese año por el sheriff y su mujer.

Situada entre obras de mayor calado, Fort Apache y La legión invencible, parece que Ford escogió esta historia para hacer un homenaje a Harry Carey, desaparecido el año anterior, así como mejorar haciéndola en color una versión anterior que él mismo realizó en 1919. El hecho de rodar películas sencillas después de haber dirigido obras de gran complejidad fue un patrón que también vio nacer a Caravana de paz o La taberna del irlandés.

Aunque la historia sea sencilla, Ford llega a alcanzar un intenso lirismo al rodar una historia, con momentos tan dramáticos, apoyándose en la fotografía de Winton Hoch y los incomparables escenarios del californiano Valle de la Muerte. Así pues, se trata de una película muy brillante en el aspecto visual y con momentos muy emocionantes, aquellos en que los personajes ya no pueden soportar más la dureza del territorio, pero sienten un deber hacia el pequeño. Así, es Carey el primero que cae exhausto por haber renunciado a beber agua que necesita el pequeño; luego será Armendáriz quien accidentalmente caiga y se rompa una pierna ante lo cual, y como haría años más tarde en la vida real al saber que tenía un cáncer de estómago, se suicida pegándose un tiro.

Solo Wayne seguirá con grandes dificultades con el niño en brazos y, en unas escenas en que asoma el catolicismo de Ford y están admirablemente bien filmadas, se obrará un pequeño milagro y aparecerán unos animales de carga con los que podrán volver a la ciudad en que se había iniciado la acción y el pequeño quedará a salvo. El epílogo del filme es más relajado, aflora el sentido del humor de Ford y se celebra un juicio, siendo la sala de audiencias el propio bar del pueblo, en el que el juez condena con un gran margen de discrecionalidad al reo a un año de prisión e, inmediatamente después de golpear con un mazo dando fin al juicio, se pide un bourbon.

Una obra menor con momentos de obra mayor y, en cualquier caso, estimulante película de Ford. 

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