Rodada en 1985, La rosa púrpura
de El Cairo me ha parecido, después de varias décadas sin verla, una de las
mejores comedias de Woody Allen y en la que más claramente logró plasmar su
gran talento.
A partir de la fantástica y
descabellada idea que un personaje pueda salir de la pantalla de un cine e
interactuar en la realidad con Cecilia, la desdichada protagonista para la cual
el cine es una válvula de escape de una vida miserable causada por un marido maltratador
y la realidad socioeconómica de la Gran Depresión, Allen establece un diálogo entre
ficción y realidad; así como el poder del cine como el gran espectáculo de masas
y evasión del siglo XX. Lo era en los años 30 en que se ambienta la película y
lo seguiría siendo hasta prácticamente el final del siglo, antes que Internet y
las plataformas televisivas lo hirieran de muerte y se encuentre agonizante en
esta tercera década del siglo XXI.
Allen plantea una película con
una excelente recreación de una ciudad de New Jersey en los años 30, una cuidada
banda sonora y unas situaciones de comedia muy divertidas que no ocultan la
dramática situación de Cecilia. Subyugada por un marido alcohólico, haragán,
mujeriego y maltratador, Cecilia tendrá que escoger entre el personaje
ficticio, el explorador Baxter, o el actor real que lo ha interpretado, Gil Sepherd;
y escogerá a este último, es decir, el engaño y mentira asegurada que le vendrá
impuesta por la cruda realidad frente a la fidelidad de un personaje que, en
realidad, no existe.
Es una película de corto
metraje, escasos 80 minutos, y es un acierto de Allen porque la película está
muy bien, pero alargarla probablemente la hubiera estropeada. La idea da para
hacer una estupenda película de esa duración pero, por la sencillez de la
historia, hubiera pedido fuelle con más duración.
Mia Farrow, en un momento de su
carrera espectacular con esas colaboraciones con Allen en los ochenta, está
maravillosa en su interpretación de la sufrida, dulce, ingenua y soñadora
Cecilia. Su rostro en el plano final, mientras ve a Astaire y Rogers cantando y
bailando Check to Check, resulta conmovedor y da pie a un gran
final de la película.
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