domingo, 31 de marzo de 2024

EL VENGADOR SIN PIEDAD

 

El vengador sin piedad, western dirigido por Henry King en 1958, cuenta con un guion de Philip Yordan que está bien pensado en su idea central: la venganza y los errores que conlleva cuando se lleva a cabo vulnerando la presunción de inocencia.

Jim Douglass (Gregory Peck) se presenta en un pueblo para presenciar, al día siguiente de su llegada, el ahorcamiento de cuatro hombres. En principio, manifiesta que no los conoce y todo tiene un aire misterioso. Ayudados desde fuera por un compinche, los cuatro forajidos dejan fuera del combate al sheriff y logran huir levándose a una chica como rehén. El ayudante del sheriff organiza una partida en persecución de los delincuentes a la que su une Douglass, que empieza a mostrar la motivación de perseguirlos y es que los cree culpables de la violación y asesinato de su mujer. Douglass se separará de la partida para dar caza y asesinar a dos de los forajidos. Los dos restantes traspasan la frontera y Douglass los sigue, mata a uno de ellos y se presenta en casa del último que vive con su mujer e hijo. Después que ha quedado inconsciente por un golpe de la mujer, Douglass conversa con el hombre y se convence que ha perseguido a los hombres equivocados.

El guion es interesante en el tratamiento de la motivación de Douglass, la intriga que suscita la primera parte del filme con su aparición en el pueblo, así como gana interés en el final de la persecución cuando alcanza al último hombre y llega a la humilde casa donde vive con su mujer y un hijo enfermo con fiebre alta. Menos interesante resulta meter con calzador a una joven Joan Collins en el argumento, como antiguo amor de Douglass, para que éste tenga una mujer a su lado al final de la película que, además, quedará como la sustituta de la madre de su hija.

King dirige con oficio, pero tampoco fue nunca un gran cineasta sino alguien muy competente y acostumbrado a trabajar con las estrellas de la Fox. A una dirección simplemente eficaz y con una puesta en escena sin grandes cosas a remarcar, se une una interpretación anodina de Gregory Peck, en un papel que exigía más intensidad para transmitir la sed de venganza del personaje.

Western correcto, sin más. 

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