Alberto Crespi escoge Amarcord
como película para ilustrar el período histórico que en su libro dedica al fascismo.
Antes de hablar del filme de
Fellini, explica que no hay muchas películas que traten el tema porque
Mussolini, al contrario de otros dictadores, no tuvo mucho interés en hacer
películas que exaltaran su política y contemplaba más el cine como evasión. Sí introdujo
un noticiario cinematográfico en el que se daba cuenta de las bondades del régimen
y exaltación de su figura. En cambio, en España tuvimos las dos cosas; por un
lado, el NODO hasta 1981 y, por otro, títulos como A mi la legión o Sin
novedad en el Alcázar.
Crespi tan solo destaca dos
películas filmadas en la década de los treinta: Camicia nera de
Giovachino Forzano y Vecchia guardia de Alessandro Blasetti, destacando
que éste último es un buen filme.
Luego habla de Amarcord,
una película en la que Fellini tiene una mirada nostálgica hacia una década en
la que él fue adolescente y, aunque su cine no tiene un contenido político
nunca muy explícito ni la añoranza se deba a las bondades del régimen, describe
con mano maestra e irónica cómo era el fascismo en una pequeña ciudad de
provincias de la costa adriática. Las
escuelas eran deficientes, la represión sexual muy acusada por la actitud de la
Iglesia convirtiendo el sexo en obsesión para los adolescentes, los manicomios
como sitios siniestros, el cine como lugar de evasión viendo a estrellas como Gary
Cooper … y la presencia del fascismo, que no ocupa gran parte de la película,
pero sí aparece de forma significativa con retratos de Mussolini en la escuela,
un desfile con participación de muchos camisas negras y un interrogatorio al
padre de la familia protagonista, por ser ligeramente desafecto, y en el que le
dan a beber aceite de ricino.
Crespi destaca una idea muy
importante y es la capacidad del fascismo de normalizar una situación social y
pasar desapercibida en el sentido que mucha gente eran adeptos al régimen, y
por tanto fascistas, de manera acrítica e inconsciente. Y eso Fellini lo retrata muy bien, así que Crespi
nos dice: Fellini vuole sugerirci che sono fasciste anche quelli che pensano
di non esserlo, o che comunque in altre scene del film vediamo in vesti e
comportamenti apparentemente neutri, desfascitizzati.
Esta idea me parece muy importante
porque podríamos trazar un hilo que la uniera a la obra de Pasolini y, más allá,
que llegara hasta nuestros días, en los que, de manera sutil, mucha gente no
tiene conciencia de ser fascista y lo son.
Por supuesto, volví a disfrutar
viendo el filme de Fellini, ese retrato de un año de la vida de la ciudad, de
primavera a primavera, con esa galería de personajes, grandes escenas que se
han convertido en míticas y la música de Rota.
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