Veo Pobres criaturas,
multinominada a los Óscar, con críticas favorables de manera casi unánimes,
alabando al director Yórgos Lánthimo, del cual no había visto ninguna película
y, en definitiva, la película de moda y gran favorita para ganar esos premios
Óscar pues creo que puede ser del gusto de la gente de la Academia.
Es una película de cine
fantástico, con muchos toques de comedia, en la que un científico estilo barón
Frankenstein recoge el cuerpo muerto de una mujer, que se ha suicidado estando
embarazada, y la revive insertando en su cerebro el del nonato feto que
portaba. Esa mujer adulta, con cerebro de bebe, se llama Bella e irá madurando
a lo largo de la película, evolucionará desde la más absoluta inocencia con
ganas de descubrir y experimentar; abandonará a su creador y viajará por el
mundo con un abogado libertino que la introducirá en el mundo del sexo, muy
presente en toda la película, y ejercerá de protector controlando su vida. Más
tarde, empezará a perder ese control sobre Bella, de manera ingenua ella
entregará todo el dinero a los miembros de la tripulación de un barco y,
estando sin medios económicos, se prostituirá en París. Localizada por el
ayudante del científico y de vuelta a Londres, dará con ella el marido que tuvo
cuando se suicidó que manifiesta, en realidad, se llama Victoria y ella se irá
con él para descubrir cosas sobre su pasado dándose cuenta de que el suicidio
fue por huir de su marido por su conducta violenta. Al final, todo se arregla,
volverá a tiempo para dar el último adiós al científico, casarse con su
ayudante, convertir al que fue su marido en una cabra y llevar una tranquila y
apacible vida familiar.
Lánthimo rueda con gran
ampulosidad, mezclando el color con el blanco y negro, usando el gran angular
en planos para distorsionar el espacio, con unos decorados y vestuario
estrambóticos, y con muchos movimientos de cámara. Todo esto me parece bastante
pretencioso porque, detrás del envoltorio, alargado de manera excesiva hasta
los 144 minutos, hay una historia que no me interesa demasiado. Hay un exceso
de artificio en la película para explicar lo oprimida que estaba esa mujer en
la Inglaterra vitoriana y su proceso de empoderamiento femenino, muy acorde a
estos tiempos que vivimos, con particular atención al desacomplejado modo en que la
protagonista afronta su vida sexual.
Es una película que puede tener
algunos méritos, como el elenco de actores comenzando por Emma Stone en un
papel apropiado para lucirse, pero creo que está sobrevalorada aunque, tal vez
por eso, le auguro muchos premios en la ceremonia de los Óscar.
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