lunes, 12 de febrero de 2024

NUBES DISPERSAS

 

 

Voy a la biblioteca a pedir Nubes pasajeras de Aki Kaurismaki, pero se me cruzan los cables porque acabo solicitando Nubes dispersas (1967) de Mikio Naruse. Como dijo el general Franco, a propósito del asesinato de Carrero Blanco, no hay mal que por bien no venga y veo el espléndido melodrama de Naruse. Es una película que, por su argumento, hubiera podido ser de Douglas Sirk pero Naruse tiene un estilo más reposado y natural, si bien, cada uno con su estilo, son dos maestros del melodrama.

Yumiko es una joven felizmente casada, que ha quedado embarazada, y espera ir al extranjero ya que a su marido, que trabaja en un ministerio, le darán un destino en Washington. Todo se viene abajo cuando el esposo es atropellado y muere, perdiendo posteriormente el hijo por el dolor causado al conocer la noticia. El conductor, MIshima, es absuelto de responsabilidad ya que el vehículo tuvo un fallo mecánico pero, de manera voluntaria, y traumatizado por el hecho sucedido, querrá compensar económicamente a la viuda.  Yumiko, en principio, no quiere ninguna cantidad de dinero, ni ningún contacto con él, pero aconsejada de manera interesada por su hermana acepta firmar un contrato en el que Mishima, aunque no tiene obligación legal al respecto, se compromete a una indemnización mensual.

El hecho que, por las leyes que regulan la familia en Japón, Yumiko sea declarada fuera de la familia del difunto le da la excusa para dirigirse a Mishima y decirle que ya no debe indemnizarla más. Mishima quiere reparar el daño causado y vive atormentado por ello, mientras que Yumiko le rehúye y no consigue recobrar la felicidad con nadie, pero rechaza la ayuda que quiere darle Mishima.  Huyendo de Tokio, él pidiendo un traslado en su empresa y ella ayudando en llevar un hotel familiar, ambos coinciden en un pequeño pueblo costero turístico. Aunque Yumiko le vuelve a pedir que se vaya a otro destino y Mishima lo solicita a su empresa, entre ellos se va dando un acercamiento y nace una relación amorosa con altibajos. Después de una primera separación, y sabiendo que Mishima ha sido destinado a un sitio tan desagradable y lejano como Lahore, Yumiko parte en su búsqueda antes que se marche al extranjero. Estando juntos, y desplazándose hacia un hotel, ven en la carretera un accidente. Llegados al hotel, desde el balcón de la habitación ven como evacuan muerto a uno de los implicados en el accidente y todo ello les afecta truncando su relación. Yumiko no puede soportar la losa de saber que el hombre del que se ha enamorado mató a su marido. Definitivamente, se trata de un amor imposible.

Naruse filma con sencillez, de manera natural, una historia que, por su dramatismo y un punto de morbosidad, podía haber dado lugar a un filme sentimentaloide. Naruse dirige a los actores para que muestren los sentimientos de los personajes sin sobreactuar, filma de manera sobria, con un pulso narrativo excelente, dando vida a un guion que mantiene un interés creciente sin que la película tenga ninguna caída en su tensión.

Primera película en color de Naruse, y también última porque con ella acaba su amplia filmografía, Nubes dispersas es una obra maestra sobre un amor imposible aceptado por los personajes con entereza y resignación.

 

 

 

 

 

 

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