La visita del Granada parecía que podía servir para hacer un 9 de 9 en los
últimos partidos y coger un colchón de puntos para no vivir angustiados,
evitando poner en peligro una plaza en Champions, las últimas jornadas. El
conjunto nazarí, penúltimo, con un pie y medio en segunda, con un punto sobre
33 posibles en sus once desplazamientos y con bajas por lesión daba la impresión
de ser carne de cañón para, esta vez sí, lograr una victoria cómoda.
Y el partido no empezó mal. Una buena combinación en ataque, con centro de Cancelo desde la banda izquierda, fue rematada a la red en el segundo palo por Lamal sobre el minuto 15. Todo apuntaba en la dirección de pasar un día sin sufrimiento. Pero este Barça da vida a los más necesitados, el Granada no le perdió la cara al partido y se fue hacia adelante, presionando bien y demostrando tener un plan de partido. Fuera bueno o malo ese plan (de hecho, era bueno porque merecieron la victoria), lo más importante era que existía. En cambio, en el Barça, reinaba la anarquía y solo a base de chispazos individuales, sobre todo del adolescente Lamal, venía alguna sensación de peligro. Después de alguna aproximación peligrosa del Granada, con la colaboración en algún caso de un Ter Stegen impreciso que notó la ausencia por tres meses lesionado, llegó el empate a uno. Un jugador del Granada avanzó por la banda derecha, llegó a línea de fondo, centró al área y Ricard Sánchez, ante la mirada pasiva de Chistiansen y el resto de la defensa, fusiló a Ter Stegen. Aparte del gol de Lamal, y justo antes del empate, el Barça solo creo una clara ocasión de gol malograda por Lewandovski. Fue una combinación brillante de Pedri para Gündogan y asistencia al delantero polaco, pero se trata de un bagaje ofensivo muy pobre dada la teórica superioridad del Barça.
La segunda parte todavía fue más del Granada. A pesar de que individualmente sus jugadores son claramente inferiores a los azulgranas, jugaron mejor, con más ganas y determinación. Un centro que no llevaba peligro dio lugar a una indecisión de Cubarsí, combinada con una nefasta intervención de Kounde, y los andaluces se adelantaron en el marcador con gol de Pelistri rematando en el segundo palo. Replicó el Barça de inmediato en una de las pocas combinaciones que efectuaron los cracks del Barça y Gündogan asistió a Lewandovski.
Pero el partido había enloquecido, era un toma y daca alejado del control del partido a través del ADN que pregona Xavi en las ruedas de prensa. Fruto del descontrol, y con el Granada pisando el campo del Barça, un centro al área fue bien cabeceado por Ignasi Miquel colocando el 2-3. La entrada de Fermín dio más intensidad al Barça, y activó a algunos compañeros que viven en la apatía y desidia habitual, mientras el Granada se dedicaba más a defender. Y Lamal actuó de salvador, recuperando con el orgullo que otros no tienen una pelota que había perdido y, de fuerte y preciso disparo desde fuera del área, estableció el definitivo 3-3.
Se constata lo que nos temíamos, que la dimisión en diferido de Xavi no ha servido para nada. Recordemos que un Osasuna con diez acorraló al Barça y gozó de dos buenas ocasiones antes de ceder por 1-0. Y el partido en Vitoria fue plácido por la efectividad que tuvo el Barça, pero los defectos de toda la temporada persistieron.
Xavi no está liberado porque se sigue comportando como un cobarde. Siguen siendo intocables De Jong, Gündogan y Lewandovski cuando su indolencia es manifiesta y contagian al equipo. Xavi debería poner ya de titular a Fermín, que puede tener mucha menos clase que Gündogan, pero que le pone un entusiasmo y coraje a sus apariciones que no puede compararse a la desidia de un tío que ha venido a jubilarse. Puestos a no jugar a futbol, que salgan los que sienten los colores y llevan con orgullo el escudo; es decir, yo daría todavía más cancha a los jóvenes, acabemos donde acabemos en la Liga.
Después del partido, Laporta hizo volar una bandeja de canapés en el palco. Tal vez vuele pronto la cabeza de Xavi. Creo que podemos innovar en la historia. Se ha destituido millones de veces a un entrenador. Pero cesar a un entrenador ya dimitido, aunque sea en diferido, tal vez siente un precedente.
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