Garci da en Classics Los
implacables, un western que no recordaba haber visto, dirigido en 1955 por
el ya veterano Raoul Walsh, con un actor protagonista no menos veterano como Clark
Gable, acompañado por Robert Ryan y Jane Rusell.
En un inicio espléndido, dos
hombres se aproximan hacia un pueblo minero de Montana y, cuando ven en medio
de un impresionante paisaje nevado un árbol del cual cuelga un ahorcado, dice
uno de ellos que se aproximan a la civilización. Se trata de dos hermanos (Gable
y Cameron Mitchell), perdedores de la Guerra Civil, que se encaminan a ese
pueblo para cometer un atraco. Ven accidentalmente que el cacique local (Robert Ryan)
maneja una gran cantidad de dinero y le roban, pero, para asegurarse la retirada,
también lo secuestran. Entonces Ryan, calculador hombre de negocios, les
propondrá un ambicioso proyecto para ganar mucho más dinero llevando ganado desde
Texas a Montana.
En el camino hacia Texas aparecerá
el personaje femenino de la película, una chica que ha vivido en un humilde
rancho y se encamina a California para triunfar en la vida. Gable le salva la
vida volviendo a buscarla ante la presencia de indios en la zona y se
enamorarán rápidamente pero también surgirán diferencias insalvables ya que,
mientras Gable tiene el pequeño sueño de tener un rancho relativamente modesto
y con eso ser feliz, Russell tiene mayores ambiciones. Ese desencuentro provoca
que Rusell se incline a mantener una relación con Ryan pese a estar enamorada
de Gable.
En el viaje con el ganado se
darán varias tensiones. Por un lado, la historia entre Gable y Rusell,
aparentemente irreconciliable por maneras distintas de ver la vida y, por otro,
el enfrentamiento soterrado entre Ryan y Gable con el añadido del imprudente
hermano de Gable, que se enfrenta a Ryan, es humillado, se enoja y se marcha
solo encontrándose luego su cuerpo acribillado de flechas por los indios.
Además, tendrán los peligros
típicos de un viaje de estas características, unos bandidos en la frontera con
Kansas que exigirán un peaje y se liarán a tiros; y la amenaza de los sioux que
obliga a la expedición a colarse por un cañón con gran dificultad, pese a lo
cual consiguen su objetivo de llegar a Montana.
Concluido el negocio, Gable irá
a cobrar la mitad de lo pactado, 90.000$, pero Ryan le preparará una encerrona
con el sheriff local, hecho ya previsto por Gable que ha llevado al pequeño ejército
de mexicanos contratados para la expedición. Neutralizado Ryan, Gable no se
lleva todo el dinero sino aquello para lo que tiene suficiente, los 16.000$
para pagar a los mexicanos y 10.000$ para iniciar una nueva vida. Y, al volver
al campamento, Gable tendrá la sorpresa de ver que Rusell ha reducido sus
ambiciones y está feliz con compartir un pequeño sueño.
Walsh filma con su habitual
concisión, de la manera que aprendió con Griffith, explicando muchas cosas en poco
tiempo, pero también deteniéndose cuando lo requiere el guion en las primeras escenas
entre Gable y Rusell. Aprovecha el Cinemascope tanto en los exteriores,
filmados en Utah y Durango, como en espacios interiores, el bar en que se
desarrolla la primera y última parte de la película; y la cabaña que durante un
tiempo comparten Gable y Rusell cuando él la ha salvado de los indios.
El guion aparece filmado por
dos guionistas de lustre, Sydney Boehm que firmó Los sobornados y el
gran Frank Nugent del cual, como diría Schuster, no hace falta decir nada más.
Y resulta un buen guion, con unos personajes interesantes y llenos de matices.
Siempre es una garantía tener a Robert Ryan en un papel de hombre frío,
racional y calculador, valorando no asumir nunca más riesgos de lo necesario.
Gable no es un actor que me guste mucho, pero está bastante eficaz en su papel
y la presencia de Rusell siempre imponía en una película rodada en aquellos
años cincuenta.
Buen western.
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