La sala de
profesores es la película que Alemania ha presentado
como candidata al Óscar como película extranjera, además de conseguir
nominaciones y algún premio en otros países.
Dirigida por un
tal İlker Çatak, director con una corta filmografía de cuatro películas, es un
filme resultón, que entretiene mucho y mantiene el suspense a lo largo de su
desarrollo en forma de thriller.
Carla Nowak, cuyo
apellido ya delata que es polaca, empieza a trabajar en una escuela alemana
como profesora de matemáticas y educación física. En el colegio se están produciendo
robos y, mientras da una clase, entran otros profesores para realizar un
intimidatorio interrogatorio y registro a alumnos de unos doce años. Se señala
un posible culpable, llamado Ali y de origen inmigrante, al cual defienden sus
padres diciendo la madre que el dinero que llevaba, y que ha sorprendido a los
profesores, se lo había dado ella para comprar una cosa.
El mal rollo
aumenta cuando ella misma sufre un robo pero, gracias a haber dejado una cámara
activada, hay una prueba consistente en la ropa que lleva quien introduce la
mano en la mochila de la profesora. Ello lleva a acusar del robo a la
administrativa del centro, cuyo hijo Oskar es alumno de la clase de Carla. La administrativa reacciona de muy mala
manera a la acusación y, mientras se aclare todo, se le dan vacaciones, si bien
volverá al centro en una reunión de Carla con los padres para armar un
alboroto.
Mientras tanto,
se ha desencadenado en el colegio una guerra de todos contra todos. Oskar
torpedea todo lo que puede las clases de Carla además de llegar a agredirla y
tirar su portátil al río, algunos alumnos apoyan a Oskar pero otros no y le
castigan con el estigma de ser hijo de una madre ladrona, los profesores
muestran sus discrepancias sobre los acontecimientos, los alumnos más mayores
manipulan la realidad en un diario escolar tras haber engañado a la profesora,
la directora del centro no puede controlar la situación y Carla, que siempre ha
intentado hacer las cosas bien con un talante conciliador, está desbordada y si
yo hubiera sido ella iba al médico a pedirle la baja. La película acaba con un
Oskar que, pese a haber sido expulsado de la escuela, no acepta la sanción y
vuelve, con la anuencia de la madre, haciéndose fuerte en el aula. En el fondo,
se llega a un no final, una situación irresoluble.
Çatak muestra muy
bien la angustia de la protagonista, la filma angustiada por los pasillos,
acompañada de una música estridente, como si la escuela se estuviera
convirtiendo en una cárcel para ella y, en algún momento, parece una película
de terror. Y plantea temas muy interesantes como el racismo, la autoridad en
las aulas, la invasión de la privacidad que suponen las cámaras, las relaciones
interprofesionales o la censura de los medios de prensa. Si todo esto, que son
problemas reales de la sociedad, se explica sin aburrir tenemos una película
que vale la pena ver.
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