Perfect days es la
última película de Wim Wenders, estrenada hace unas dos semanas y que es difícil
de abordar desde el momento en que la película, de unas dos horas de metraje,
explica la historia de un hombre cuyo oficio resulta de tan poco interés como
ser limpiador de urinarios en Tokio, sigue una vida totalmente rutinaria, casi
no se relaciona con nadie y apenas habla.
El actor Koji Yakusho, que ganó
la Palma de Oro en Cannes, realiza una interpretación soberbia de un hombre que,
pese a esa rutinaria existencia, es feliz.
Y esa felicidad pasa por disfrutar pequeñas cosas pero para él muy importantes:
hacer alguna labor de jardinería, fotografiar la poca naturaleza que hay en un
área urbana como Tokio, acudir a algún puesto de comida rápida, comprar algún
libro de segunda mano como Las palmeras salvajes y oír en su furgoneta
cintas de cassette antiguas que contienen música anglosajona de los años 60 a 80
que son la banda sonora del film ( The animals, The Rolling Stones, Otis Reading,
Lou Reed, …).
Los personajes secundarios que
aparecen y rompen las secuencias dedicadas a mostrar la vida diaria de Yakusho
son el contrapunto para ver que el protagonista es feliz en su cotidianidad y
no necesita de otros estímulos. Así, aparecen un descerebrado compañero de
trabajo junto con su novia y la sobrina de Yakusho, que se ha escapado de casa,
aunque luego su madre venga a buscarla después de estar un tiempo con su tío.
Yajusho los observará, convivirá incluso, pero mostrará una dulce indiferencia
hacia todos ellos y se palpará esa distancia cuando conversa brevemente, y a
cierta distancia, con su hermana que ha ido a buscar a su hija.
Wenders, admirador de Yasujiro Ozu, realiza una especie de homenaje al maestro japonés y ningún mejor lugar para hacerlo que Tokio en una película rodada íntegramente en japonés. Aunque el estilo de filmar de Wenders es más dinámico que el de Ozu, se acerca mucho a la temática del segundo respecto a una cosa tan difícil como filmar una cotidianidad, sin aparente interés, pero con cosas a descubrir y destacar aunque sean en el universo cerrado de, en este caso, ese individuo, pero en las películas de Ozu de un ámbito familiar más amplio. La única objeción que pondría es que la película se me ha hecho un pelín larga y hubiera quedado mejor con algo menos de metraje
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