domingo, 28 de enero de 2024

BARÇA 3- VILLARREAL 5

 

Noche triste. Así como Hernán Cortés quemó sus naves, ayer Xavi, con su dimisión en diferido, quemó las suyas para destensar a los jugadores y cambiar la dinámica del equipo. Si el objetivo de Cortés era ambicioso, conquistar el imperio azteca, a los jugadores se les pide ya muy poco: dejar de hacer el ridículo, asegurar plaza en la Champions y eliminar en el mes de mazo a un conjunto como el Nápoles, noveno de la Liga italiana ahora mismo y que atraviesa un momento decadente como el nuestro.

No recordaba que al Barça le metieran cinco goles en su estadio. Me acordaba de un sonrojante 0-4 contra el Sporting de Gijón en la época de Venables, otro 0-4 contra el Colonia en la UEFA de 1980, el 0-4 del año pasado en Copa contra el Madrid, un 2-4 contra el Valencia en la época Van Gaal. Recuerdo incluso un intrascendente 1-4 contra el Salamanca una vez se había ganado la Liga en 1998, o un 5-4 contra el Atlético de Madrid en aquella eliminatoria gloriosa de Copa en 1997. Pero cinco goles nunca. Me reconforta, leyendo la crónica de Emilio Pérez de Rozas, que mi memoria aún funciona bien. Al Barça no le metían cinco goles en casa desde que lo hizo a primeros de los años 60 el Real Madrid y, por motivos obvios, no puedo recordar ese partido.

Xavi consiguió con su anuncio que, en la rueda de prensa,  no se hablara del partido. No es que haya mucho que decir, pero los cinco goles encajados, ninguno a balón parado, demuestran como está el equipo.

En el primero, Crhistiansen marca a distancia a Gerard Moreno dejándole un espacio impropio de un central de categoría para que remate desde el corazón del área; en el segundo, Cancelo comete una negligencia grave tocando una pelota y habilitando a Ilias que sortea a Peña y marca; en el tercero, el equipo no sabe hacer una falta táctica, se nota que jugamos sin mediocentro defensivo y Guedes, en una buena transición, fusila a Peña; en el cuarto, una cadena de despropósitos de toda la línea defensiva, incluyendo un fallo final de Peña que hasta entonces había tenido poca culpa, da pie al gol de Sorloth; y, en el quinto, la defensa, y todo el equipo, ya había dimitido del partido y encarado el camino hacia los vestuarios cuando el comandante Morales, que sí seguía en el partido porque el árbitro no había pitado aún el final, marcó para mayor escarnio de los jugadores.  

Tuvimos de todo, fallos de concentración, fallos groseros, problemas de estructura defensiva, … y desbandada final de un equipo absolutamente desnortado.

Cenando de manera apresurada para ver la rueda de prensa de Xavi, descubrimos que no hacía falta correr tanto. Pasaban los minutos y no comparecía nadie en sala de prensa, mientras se informaba de una reunión de Laporta y sus secuaces, algo que llaman comisión deportiva. Al final, apareció Xavi, con un discurso incoherente y contradictorio. Deja el equipo porque considera que es lo mejor para el club y destensar a los jugadores, pero se reivindica como la mejor solución hasta el 30 de junio. Surrealista. Y también fue surrealista cuando dijo a quienes había explicado su decisión: Laporta, Yuste, Deco … y Alejandro Echevarría, al que citó más de una vez. ¿Quién es este señor? Se sabe que no es miembro de la Junta. ¿Es socio del Barça? ¿o ni siquiera eso? Todos sabemos quién es, y lo que significa en el organigrama del club porque refleja la desvergüenza e hipocresía de un trilero como Laporta, que no se atreve a formalizar lo que es de dominio público admitiendo que Echevarría es uno de los hombres más influyentes del club.

En lo futbolístico, hay que asegurar entrar en Champions y, con Xavi o sin Xavi, se tiene que elevar el nivel. A partir del miércoles ante Osasuna, veremos qué efectos tiene la dimisión diferida, si bien muchos señalan la poca autoridad que tiene un entrenador que ha dicho que se va. Ahora vienen unos partidos relativamente plácidos en Liga: Osasuna, Alavés y Granada. Si no se ganan estos partidos, luego el calendario se complicará y existirá riesgo real del desastre de no quedar entre los cuatro primeros.

En lo institucional, Emilio anuncia una posible moción de censura contra Laporta en marzo. Sería la segunda después de la de 2008. Ojalá esta vez hubiera más suerte y se enviara al siniestro personaje a la papelera de la historia azulgrana.  

 

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