Noche
triste. Así como Hernán Cortés quemó sus naves, ayer Xavi, con su dimisión en
diferido, quemó las suyas para destensar a los jugadores y cambiar la dinámica
del equipo. Si el objetivo de Cortés era ambicioso, conquistar el imperio
azteca, a los jugadores se les pide ya muy poco: dejar de hacer el ridículo,
asegurar plaza en la Champions y eliminar en el mes de mazo a un conjunto como
el Nápoles, noveno de la Liga italiana ahora mismo y que atraviesa un momento
decadente como el nuestro.
No recordaba
que al Barça le metieran cinco goles en su estadio. Me acordaba de un sonrojante
0-4 contra el Sporting de Gijón en la época de Venables, otro 0-4 contra el
Colonia en la UEFA de 1980, el 0-4 del año pasado en Copa contra el Madrid, un
2-4 contra el Valencia en la época Van Gaal. Recuerdo incluso un intrascendente
1-4 contra el Salamanca una vez se había ganado la Liga en 1998, o un 5-4 contra el
Atlético de Madrid en aquella eliminatoria gloriosa de Copa en 1997. Pero cinco
goles nunca. Me reconforta, leyendo la crónica de Emilio Pérez de Rozas, que mi
memoria aún funciona bien. Al Barça no le metían cinco goles en casa desde que
lo hizo a primeros de los años 60 el Real Madrid y, por motivos obvios, no
puedo recordar ese partido.
Xavi consiguió
con su anuncio que, en la rueda de prensa, no se hablara del partido. No es que haya
mucho que decir, pero los cinco goles encajados, ninguno a balón parado,
demuestran como está el equipo.
En el
primero, Crhistiansen marca a distancia a Gerard Moreno dejándole un espacio
impropio de un central de categoría para que remate desde el corazón del área;
en el segundo, Cancelo comete una negligencia grave tocando una pelota y
habilitando a Ilias que sortea a Peña y marca; en el tercero, el equipo no sabe
hacer una falta táctica, se nota que jugamos sin mediocentro defensivo y Guedes,
en una buena transición, fusila a Peña; en el cuarto, una cadena de despropósitos
de toda la línea defensiva, incluyendo un fallo final de Peña que hasta
entonces había tenido poca culpa, da pie al gol de Sorloth; y, en el quinto, la
defensa, y todo el equipo, ya había dimitido del partido y encarado el camino
hacia los vestuarios cuando el comandante Morales, que sí seguía en el partido
porque el árbitro no había pitado aún el final, marcó para mayor escarnio de
los jugadores.
Tuvimos de
todo, fallos de concentración, fallos groseros, problemas de estructura defensiva,
… y desbandada final de un equipo absolutamente desnortado.
Cenando de
manera apresurada para ver la rueda de prensa de Xavi, descubrimos que no hacía
falta correr tanto. Pasaban los minutos y no comparecía nadie en sala de
prensa, mientras se informaba de una reunión de Laporta y sus secuaces, algo
que llaman comisión deportiva. Al final, apareció Xavi, con un discurso
incoherente y contradictorio. Deja el equipo porque considera que es lo mejor
para el club y destensar a los jugadores, pero se reivindica como la mejor solución
hasta el 30 de junio. Surrealista. Y también fue surrealista cuando dijo a quienes
había explicado su decisión: Laporta, Yuste, Deco … y Alejandro Echevarría, al que citó
más de una vez. ¿Quién es este señor? Se sabe que no es miembro de la Junta.
¿Es socio del Barça? ¿o ni siquiera eso? Todos sabemos quién es, y lo que significa
en el organigrama del club porque refleja la desvergüenza e hipocresía de un
trilero como Laporta, que no se atreve a formalizar lo que es de dominio público
admitiendo que Echevarría es uno de los hombres más influyentes del club.
En lo
futbolístico, hay que asegurar entrar en Champions y, con Xavi o sin Xavi, se
tiene que elevar el nivel. A partir del miércoles ante Osasuna, veremos qué efectos
tiene la dimisión diferida, si bien muchos señalan la poca autoridad que tiene
un entrenador que ha dicho que se va. Ahora vienen unos partidos relativamente
plácidos en Liga: Osasuna, Alavés y Granada. Si no se ganan estos partidos, luego
el calendario se complicará y existirá riesgo real del desastre de no quedar
entre los cuatro primeros.
En lo institucional,
Emilio anuncia una posible moción de censura contra Laporta en marzo. Sería la
segunda después de la de 2008. Ojalá esta vez hubiera más suerte y se enviara
al siniestro personaje a la papelera de la historia azulgrana.
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