viernes, 8 de diciembre de 2023

EL JOROBADO DE LA MORGUE

 





Paul Naschy interpretó todos los monstruos de las películas de terror clásicas y, en El jorobado de la morgue, da vida a un jorobado llamado Gotho con buenos sentimientos, en la línea de las películas en las que ha aparecido un personaje como Quasimodo, pero que se ve arrastrado a una espiral de asesinatos. Mezclando diferentes referencias de películas de terror clásicas, resulta que se ve arrastrado a esos asesinatos, retratados de manera contundente con estilo gore, por causa de un científico desalmado y chiflado que hace experimentos parecidos a los del barón Frankenstein.

La acción se desarrolla en Alemania aunque, obviamente por una cuestión presupuestaria, se rodó en la Vall d’Aran. El guion apunta algunas cosas buenas como la relación entre el científico, que carece de cualquier mesura en sus investigaciones, y el jorobado al cual obliga, bajo falsas promesas de recrear una versión en carne y huesos de una chica fallecida de la cual estaba enamorado porque era la única en tratarle con humanidad, a cometer los asesinatos pues necesita células vivas. También hay un buen detalle en la escenografía con unos decorados por los que se mueve el jorobado, que simulan ser unas instalaciones de la Inquisición abandonadas, y en donde después el malvado doctor instala su laboratorio. Y en algunos momentos la película, con el gore, la necrofilia y las materias amorfas orgánicas que usa el doctor para los experimentos crea un ambiente sórdido y malsano propio de las cintas del género.  

De todos modos, y por mucho que en la presentación del DVD tres entusiastas del fantaterror se esfuercen por alabarla y calificarla de obra maestra, la dirección es deficiente cuando no chapucera. Al fin y al cabo, el director de la cinta, Javier Aguirre, perpetró engendros como Rocky Carambola, con el entrañable Torrebruno, y En busca del huevo perdido, con las detestables hermanas Hurtado. Aunque aquí se lo tomara más en serio, sus limitaciones son evidentes como, por ejemplo, en las escenas de amor entre Naschy y una joven doctora que están filmadas de manera vergonzosa empañando otros momentos en que la película parece coger vuelo.  

Una película voluntariosa pero deficiente, aunque, si el objetivo es entretener, lo consigue.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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