El Barça perpetró un nuevo esperpento de partido y, ante un equipo
virtualmente descendido a segunda, hizo el ridículo, aunque salvó los tres
puntos que, a los seguidores más optimistas, les permite mantener las expectativas
que estamos vivos en cuatro competiciones, dos de ellas aún por iniciarse.
La primera parte fue lamentable, con pocas ideas y escasa
intensidad en el juego. Las ocasiones del Barça más claras las propiciaron los
saques de esquina, horriblemente defendidos por los andaluces. En uno de ellos,
un rechace del portero a un cabezazo de Araujo fue cazado por Rafinha para
marcar un gol de oportunista y contribuir a su media de meter un gol cada seis
partidos, promedio totalmente insuficiente para un delantero que costó 65
millones de euros. Su representante, ahora casualmente director deportivo del
Barça, se movió bien para vender el producto. Lewandovski falló una ocasión
clara siguiendo la línea de ofuscación ya habitual en él y la defensa se mostró
poco firme, incluso un Araujo irreconocible, concediendo un gol de Leo Baptistao.
La segunda parte empezó con cambios y la entrada de Tiburón Torres
por Joao Félix permitió equilibrar el partido en efectivos numéricos y que se
pudiera ver un partido once contra once. El centro del campo siguió igual de
espeso, pero al menos se pusieron más ganas, con un Torres bullicioso y un
Sergi Roberto que retornó de la ultratumba futbolística en la que yo la veía
instalado definitivamente y remató a la salida de un córner el 2-1. Una falta
de entendimiento entre Peña y Araujo igualó otra vez el partido, pero aún
quedaban 20 minutos que se le hicieron muy largos a un equipo tan débil como el
almeriense. Defendieron muy mal la zona central de la defensa y se coló por allí
el resucitado Roberto para, tras asistencia de Lewandovski, dejar en el
marcador el 3-2 final. Todavía hubo tiempo para que Peña se redimiera de su
error anterior y salvará el 3-3 en una acción a balón parado del Almería. El Barça,
fiel a su trayectoria, volvió a ganar por la mínima, sufriendo y pidiendo la
hora ante un equipo de segunda división.
Xavi apareció en rueda de prensa indignado por la primera parte
e insinuó que había mostrado un cabreo y dado una bronca de campeonato en el
descanso. Y aseguró que no se volvería a ver un Barça que él calificó, en esa
primera parte, como sin alma. Veremos qué da de sí el rapapolvo, que deja
traslucir un vestuario lejos de ser una
balsa de aceite y, ante momentos difíciles que vendrán en la temporada, pueden
producirse situaciones turbulentas, especialmente con los cedidos Joaos y pesos
pesados como Gundogan y Lewandovski. Parece evidente que Xavi, además que el equipo
no sabe a qué juega, tampoco sabe gestionar ni gobernar el vestuario.
Dije que el Barça no tenía nada a ganar y mucho a perder en
los tres últimos partidos y así ha sido. Hoy se ha evitado el desastre total,
pero las dudas que despierta el equipo son más que evidentes. Un primer
desplazamiento complicado a Canarias, un partido incómodo en el gélido Barbastro
y un largo desplazamiento a Arabia para jugar la Supercopa serán nuevas pruebas
de fuego para un equipo que se tambalea.
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