martes, 19 de diciembre de 2023

ANATOMÍA DE UNA CAÍDA

 

Galardonada con la Palma de Oro en Cannes, Anatomía de una caída había levantado bastante expectación y creo que es una película que no defrauda y resulta bastante interesante.

Sandra es una escritora alemana que vive en un pueblo de los Alpes con su marido Samuel, profesor además de escritor, y su hijo Daniel, ciego desde un accidente del que Samuel asumió la culpa. Daniel encuentra a Samuel muerto cuando vuelve de una excursión por la nieve con su perro. Samuel ha caído desde la casa y se inician las investigaciones, procesando a Sandra que es acusada de asesinato, pues no se sabe la verdad, si el hombre se suicidó o fue empujado por Sandra.

El guion está muy elaborado y consigue, a partir de la caída de Samuel, un buen ritmo con un clímax creciente hasta la celebración del juicio y el fallo que da el jurado. Es una película amena de ver a pesar de tener una duración de casi dos horas y media.

Leo que se la ha comparado a Anatomía de un asesinato. Pero creo que son películas muy diferentes porque, en el filme de Preminger, el protagonista era el abogado defensor y, hasta cierto punto, el personaje acusado era secundario. En esta película dirigida por Justine Triet, la protagonista es la acusada y sobre ella pivota toda la trama en la que se hace una anatomía de su matrimonio, una unión con turbulencias que da pie a que el fiscal construya una acusación sólida.

Lo más interesante de la película es realizar un análisis de ese matrimonio, descuartizar su intimidad incluyendo la audición en la sala de vistas de las conversaciones que él grababa, y ver que cada una de las partes intenta construir una verdad jurídica, las dos perfectamente encajables en los hechos acaecidos; pero luego está la verdad material que, pese a toda la información de que disponemos, no podemos acabar de dar nada por seguro.  El fiscal resulta implacable cumpliendo de manera magnífica con su cometido de probar la culpabilidad de Sandra. El abogado defensor también realiza bien su trabajo mientras, al mismo tiempo, traba una relación con su defendida que va más allá de la relación profesional entre abogado y clienta.  

La verdad jurídica se ventila en el juicio y una de las dos partes gana. Pero queda esa verdad material que, en muchos procesos judiciales, no se corresponde con la jurídica o alberga dudas de mayor o menor intensidad. Sandra se nos presenta como un personaje más bien antipático y el análisis de la caída, explicado con detalle al principio, parece descartar una caída en la que no hubo una agresión previa. Sin embargo, este último extremo no puede corroborarse al 100% y el hijo hace importantes revelaciones en su última declaración que al menos llevan a establecer una sospecha razonable como en Doce hombres sin piedad.

Retratar con tanto detalle una relación de pareja, desmenuzarla y no poder llegar, aunque haya un fallo en el juicio, a la seguridad de haber obtenido la verdad es lo que, de manera brillante, explica la película.

 

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