Adaptar una gran novela siempre suscita mucha división de
opiniones. En el caso de 1984, la novela la leí hace algunos años. Me
parece una adaptación bastante fiel por lo que recuerdo, pero no la tengo lo
suficientemente fresca para valorar del todo la película en función de la
novela.
Como película, a mí me parece que, sin ser deslumbrante,
resulta de interés (tal vez es difícil no tenerlo partiendo de la fortaleza del
texto de Orwell) y mantiene un buen tono todo el rato con un John Hurt que
realiza una buena actuación, al igual que Richard Burton.
Con una fotografía que da un tono grisáceo en todo momento,
creo que se refleja bien la opresión del ambiente en que vive el protagonista,
Winston Smith, y queda bien retratada esa distopía en que le ha tocado vivir. Cuando
inicia su relación con Julia, todas las escenas tienen un punto frío y de poca
pasión. Aquí es donde no recuerdo bien la novela y si el personaje de Smith se
mostraba igual de apático que en la película. En la última parte, la del
interrogatorio con O’Brien, tiene el componente emocional de ver el duelo entre
los dos actores y saber que fueron los últimos planos que rodó un monstruo como
Richard Burton.
Al margen de como sea la película, está fuera de duda su gran
actualidad. En primer lugar, no hace falta que el Gran Hermano te espíe cuando
hay mucha gente que, sin dar valor a su intimidad, se exhibe en la tele,
canales por internet, instagrams, etc. En cuanto a la manipulación, al igual
que O’Brien acababa haciendo admitir a Smith que dos más dos son igual a cinco,
el Gran Hermano Sánchez nos convenció que la amnistía era inconstitucional antes
del 23-J; ahora resulta que sí es constitucional y, de aquí a unos meses, será
lo que él decida. Tampoco hace falta ver en una pantalla de cine como se adoctrina por megafonía
a una población; en Vic lo hizo la alcaldesa en el momento álgido del procés y,
como premio, ahora es la presidenta del Parlament.
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