martes, 26 de septiembre de 2023

EL DÉSPOTA


 

El déspota es una divertida comedia de David Lean filmada en 1953, antes que el director inglés emprendiera las superproducciones que más fama y premios le dieron.

Charles Laughton es el propietario de un taller de zapatería con venta al público, un negocio que marcha bien en la ciudad de Manchester y su situación personal es la viudedad con tres hijas ya en edad de casarse. Laughton trata de manera despótica a sus hijas aunque, viendo inevitable que por edad vayan a casarse, consentirá en que lo hagan las dos menores pero no la mayor, interpretada por Brenda de Banzie, ya que quiere alguien cercano que le cuide. La hija mayor, auténtica  Deus ex machina de la película, maniobrará para frustrar los planes de su padre casándose con el operario del taller, un hombre hábil para la zapatería pero de baja extracción social interpretado por John Mills, y fundando con él un negocio que competirá directamente con el de Laughton. Propiciará también que sus hermanas se casen con sus prometidos y acudirá finalmente en rescate de su padre, que ha acabado solo, con problemas de comportamiento derivado de su alcoholismo y no aceptación de su marginalidad y desmoronamiento en la relación con sus hijas; y reestructurarán el negocio en una sociedad que recogerá los apellidos de los personajes de Laughton y Mills.

Al lado de películas tan potentes como Lawrence de Arabia o Doctor Zhivago, podríamos decir que es una película menor pero agradable de ver y no exenta de puntos fuertes como las interpretaciones de todo el elenco de actores y, especialmente, del trío protagonista. Además, plantea de manera aguda, en el contexto de una obra ambientada en la Inglaterra victoriana, las relaciones de clase y la batalla de los sexos denunciando el machismo, la hipocresía, la opresión a las clases sociales más desfavorecidas y un mercantilismo más bien deshumanizado.

Lean filma con su elegancia habitual, destacando por ejemplo la noche en la que se produce la primera relación entre Mills y De Banzie tras contraer matrimonio, con esa puerta que se cierra quedándose la cámara en el taller mientras los protagonistas han subido a la casa y la aparición de sus rostros, feliz pero muy contenida, en la escena siguiente ya por la mañana. Lean sabía hacer cine. Y va dejando esas pinceladas a lo largo de la película.

 

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