Ciclo Warner en la Filmoteca.
Vemos El bosque petrificado, en una copia en bastante mal estado.
No había visto esta película cuya
fama creo que radica sobre todo en el hecho de ser el primer papel importante
de Humphrey Bogart. Y es cierto que hay películas que lanzan a un actor al
estrellato, como John Wayne en La diligencia. Aquí también Bogart hace una
interpretación con tanta fuerza y personalidad que tuvo su impacto y empezó a cotizar
más alto en el estudio. Siguió haciendo de secundario porque así lo recuerdo en
Ángeles con caras sucias, pero pronto sería primer protagonista en esa
obra maestra de Raoul Walsh titulada El último refugio.
Pero es injusto destacar solo a Bogart.
La protagonista femenina, Bette Davis, está como siempre espléndida y también
lo está un actor del que he visto muy pocas películas, Leslie Howard. No
sabemos cómo hubiera sido su madurez como actor pues murió con 50 años cuando
su avión fue abatido por los alemanes en 1943 cerca de la costa de Galicia. Y
su personaje en Lo que el viento se llevó, como indeciso marido
de Olivia de Havilland, no hacía que lo tuviera en mucho aprecio como actor
pero en El bosque petrificado está muy bien y me resultó convincente.
Aunque todos los secundarios están
bien, mención especial merece Charley Grapewin, actor que trabajó con Ford, al menos
una vez como actor secundario en Las uvas de la ira y una como
protagonista en La ruta del tabaco.
El bosque petrificado está
basada en una obra teatral en la que Bogart ya interpretaba el mismo papel. La
acción se sitúa en una estación de servicio en el desierto de Arizona atendida
por una familia (abuelo, padre y nieta) y un joven aficionado al fútbol
americano. Un idealista y fracasado escritor europeo que recorre los EEUU
vagabundeando llega a la estación y siente atracción por la hija del propietario, una joven aficionada al arte y literatura fruto de un matrimonio
francoestadounidense con origen en el servicio militar de su padre durante la I
Guerra Mundial, y que corresponde al vagabundo con fascinación hacia su figura bohemia, absolutamente extraña en aquellos parajes desérticos cercanos al parque de bosques
petrificados que dan nombre al título.
Se empieza a oír por la radio que
un famoso y brutal gángster, lógicamente Bogart, ha perpetrado una matanza y
merodea por la zona tratando de buscar una salida hacia México. Bogart llega a
la estación y secuestra a todos los trabajadores, Howard y un matrimonio con un
chófer negro que pasaban por allí. Y se establece una tensión mientras Bogart,
que se entera que en el atraco ha muerto su novia, calcula cuándo es el mejor
momento para emprender la huida.
Howard, a pesar de su aspecto desaliñado,
tiene una póliza de 5.000 dólares y se dispone a designar como beneficiaria a
la chica para que pueda cumplir su sueño de ir a Francia dando por hecho que
será uno de los rehenes que acabará muerto, y pidiendo expresamente a Bogart
que lo maté.
Algunas críticas han puesto como
reparo a la película el hecho que, en gran
parte de la misma, es teatro filmado. Pero los personajes tienen mucha fuerza, todos los
actores están espléndidos y el interés por la trama es creciente en todo
momento. Y hay elementos cinematográficos. Cuando la cámara fija su atención en
Howard agonizando en los brazos de Davis, eso es cine. O cuando en el inicio la
figura de Howard camina por una carretera polvorienta, un coche le rechaza como
autoestopista y un matorral de esos gigantes y redondos sale volando empujado
por el viento, eso es cine.
Se ha encuadrado a esta película
en el cine negro, y no veo motivos. Aunque salgan personajes propios del cine
negro, la trama principal de la película, la relación entre Howard y Davis, es un melodrama y el espacio en que se
desarrolla la acción, una gasolinera junto a un desértico espacio natural de
Arizona, no es propio del cine negro que se desarrolla y tiene su razón de ser en
núcleos urbanos.
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