Adiós a las armas es una
película que adapta la novela de Hemingway, dirige Frank Borzage e interpretan
Gary Cooper, Helen Hayes y Adolphe Menjou.
Narra la historia de amor entre
un conductor de ambulancias norteamericano y una enfermera inglesa en el marco
de la I Guerra Mundial, en el frente austro-italiano pues los personajes sirven
en el ejército de Italia. Se conocen, se enamoran y luego tiene que separarse
no pudiendo luego comunicarse porque las cartas son censuradas y devueltas al
remitente. Mientras no pueden comunicarse, ella descubre que ha quedado
embarazada y se traslada a una localidad suiza. Cuando Cooper se entera, deja
el ejército, se convierte en un desertor y llega a Suiza, momento en el que
acaba de manera trágica el filme ya que Hayes tiene problemas con el embarazo.
La película está rodada con gran
agilidad para ser un filme de 1932 y Borzage ya tenía una trayectoria muy
importante en la época del cine mudo. Si
la cámara solía estar muy estática en las películas de los primeros años de la
década de los 30, aquí hay un lenguaje cinematográfico más ligero y ello da más
vigor a la película. Aunque la película es básicamente un melodrama, es muy
destacable como está filmada una escena de un bombardeo italiano cuando Cooper
deserta del ejército. El montaje y puesta en escena del bombardeo está muy bien
conseguido, se palpa el horror de gente que se aleja de la zona de combate y
como son acosados sin tregua. Una muy
buena escena de cine bélico.
Y luego está la parte de
melodrama que ocupa la mayor parte del metraje y en la que Borzage acentúa y eleva el dramatismo hasta
cotas de máxima intensidad, como cuando la chica le habla a un retrato de
Cooper en el momento en que están incomunicados, o un largo plano subjetivo de
Cooper cuando se despierta después de haber sido herido, ve el techo del
hospital y luego el rostro de Helen
Hayes se acerca a la cámara y la besa. Y
el final con un clímax de sufrimiento por parte de Cooper que se queda desconsolado
mientras Hayes agoniza entre sus brazos, mientras se informa luego al
espectador, a través de titulares de
periódicos, que el ejército austriaco ha capitulado y la guerra ha terminado.
No es que Cooper esté mal, pero
siempre me ha parecido un actor justito para protagonizar melodramas. Está
mejor Hayes y Menjou, que interpreta un militar italiano de la rama sanitaria en
la que es cirujano, nunca he visto una película en la que no esté bien.
Un buen clásico.
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