El hombre que se quiso matar es la primera película dirigida por Rafael Gil y se
rodó en 1942 adaptando una narración breve de Wenceslao Fernández Flores.
El argumento gira en torno a un hombre (Antonio Casal)
que ve cortada injustamente su carrera profesional en una empresa cementera, su
novia le recrimina el fracaso y decide suicidarse. Después de un par de
intentos de suicidio frustrados de manera ridícula, encontrara a un sujeto que
le hará ver que haciendo pública ( a través de la prensa) su idea de suicidarse
podrá sacar provecho al poderse situar, frente a diferentes personajes que van
apareciendo en el film, en una posición de superioridad derivada de no
tener que ser hipócrita y poder ser lo que ahora diríamos políticamente
incorrecto dado que en cuatro días morirá. Todo ello ocurre en medio de
situaciones cómicas y, de rebote, enamorándose de la guapa hija del ejecutivo
de la cementera.
Para ser de 1942 la película no ha envejecido y
funciona como una comedia ligera agradable de ver. Sigue vigente la idea que,
cuando uno ya no tiene nada que perder, puede dejar de fingir, ser más
directo, tirar de ironía y retratar a una sociedad mezquina; si bien ese tono
de comedia ligera y happy end
amortigua que sea una película incisiva.
De todos modos, tampoco creo que se pueda vender como una
extraordinaria película. Creo que hay tendencia a sobrevalorar muchas películas
españolas de aquella época. Nuestra cinematografía ha dado algunas películas
extraordinarias pero en número muy inferior a cinematografías como la francesa
o la italiana.
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