Bahía
de sangre es
un giallo con toques slasher que dirigió Mario Bava en 1971. El
inicio es espléndido con la cámara entrando en los interiores de un caserón y
mostrando el asesinato de una condesa que va en silla de ruedas y es ahorcada.
Contrariamente a lo que pasa en otras películas del género, aquí
enseguida vemos al asesino a cara descubierta y resulta que es su marido, que a
su vez es inmediatamente asesinado por alguien que, en ese inicio, sí tiene
identidad oculta. El plano de la condesa con la soga al cuello agonizando
y la rueda de la silla que deja de girar marca el tono de la película.
A
partir de aquí, entre los diferentes personajes que van apareciendo se entabla
una lucha sin cuartel, con requiebros en el guion y donde el suspense no viene
por saber la identidad de los asesinos sino por dónde nos llevará la trama en
un todos contra todos. No hay un protagonista principal claro sino la
superposición de personajes con intereses económicos respecto a la bahía tras
la muerte de la condesa y que no dudan en utilizar la violencia para conseguir
sus propósitos. Solo aparecen dos parejas jóvenes ajenas a los entresijos de la
trama y que son rápidamente eliminados enmedio del horror desatado . Todo
ello filmado con el buen oficio de Bava para crear suspense y manejarse
en interiores; y unos toques slasher todavía no muy habituales en 1971. Cabe
imaginar que, en aquella época, sorprendía ver un hacha que se incrusta en un
rostro o una pareja que es atravesada con una lanza mientras están en la cama
practicando sexo.
Es
un film pesimista, donde todos los personajes importantes de la trama son
negativos, hoscos, antipáticos y que remata Bava con un atrevido final, consecuente con la historia
pero ejecutado por unos niños cuya inocencia está a la altura de los
protagonistas de ¿Quien puede matar a un niño ? de Ibáñez
Serrador.
Bahía
de sangre es un film que busca provocar desasosiego y lo consigue de manera
notable.
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