Leo Memorias del subsuelo por tercera vez. Se compone de dos partes: un monologo interior titulado El subsuelo y una novela corta titulada A propósito del aguanieve. Ya en la primera lectura, tal vez hace más de 30 años, me pareció un libro turbador. Y me lo sigue pareciendo.
Este hombre del subsuelo comprende que hay un mundo gobernado por la razón, pero él quiere vivir de acuerdo a su voluntad. Y esta voluntad, si es independiente, puede no ser virtuosa. Como acaba escribiendo al final del capítulo VII: Pero, después de todo el diablo sabrá lo que el hombre desea.
Este hombre puede disfrutar haciendo y recibiendo daño, porque es capaz de gozar con el sufrimiento tanto ajeno como propio. Desea de manera irracional y reivindica su independencia, es caprichoso e imprudente, perezoso y vago. Pero conoce lo que es la moralidad y es un individuo que vive en contradicción, siendo ésta una de las mayores causas de su sufrimiento.
Luego vemos en la novela corta al hombre del subsuelo en acción, quince años antes. Se arrastrará y humillará buscando el favor de unos compañeros de escuela en el momento en que uno de ellos hace una despedida. Querrá que cuenten con él a pesar que sabe que lo desprecian pero quiere sentir el agravio, incluso reconfortarse con ello. Aunque al mismo tiempo también parece que les envidia. Luego entablará una corta relación con Lisa, una joven y desgraciada prostituta. Se interesara primero por ella de buena fe, pero luego la recibirá en su casa y la deshonrará para, luego, humillarla. Este hombre va de una contradicción a otra. Su voluntad malsana le perjudica a él y a los demás.
Este hombre da miedo, y Dostoievski nos lo ha mostrado. Pero lo que está en el subsuelo normalmente no está a la vista. Si lo buscamos, podemos encontrar el horror.
Se podría aplicar al protagonista del subsuelo aquello que leí una vez a alguien comentando lo que le sugería el protagonista de la película Él de Luis Buñuel: Es el retrato de un hombre que es el retrato de muchos hombres.
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