Cae en mis manos un ejemplar de la colección Bernat Metge con dos obras de Eurípides: Medea e Hipólito.
Medea sería uno de esos casos que ahora llamaríamos de violencia vicaria. Suponiendo que este término se pueda aceptar tanto si es un hombre o una mujer quienes agreden a sus hijos para herir al otro progenitor (si hay alguien quien no lo acepte, sería la ministra Montero o alguien de su cuerda) estamos ante un caso como el que tristemente hemos visto en casos mediáticos.
Despechada porque Jason, esposo y padre de sus hijos, va a repudiarla y casarse con Glauce, hija del rey de Corinto, Medea urdirá una venganza asesinando cruelmente a Glauce y luego, con el objetivo de sublimar su venganza, asesinará a sus propios hijos dejando vivo a Jason para que sufra la pérdida de sus sucesores. Luego huirá con Egeo, rey de Atenas.
Por un lado, Medea es una mujer activa, nada sumisa, dispuesta a no conformarse ante una traición. Por otro lado, es una filicida, uno de los crímenes más monstruosos que uno pueda imaginar. Así que, por encima de todo, creo que es una obra que invita a un gran pesimismo en cuanto a como concibe a la especie humana.
Y éste es el párrafo , que pronuncia un mensajero, que más me ha gustado:
De tu, jo prou que em guardaré de dir-ne res: tu sola evitar el càstig ja sabràs. La vida humana és ombra, i sempre m'ho ha semblat, i jo diria sense por que aquells mortals que també semblen savis, que raonen subtilment, es guanyen justament el càstig més sever. Entre els mortals, ni un de sol no és venturós; amb els vaivens de la prosperitat es pot guanyar una fortuna, però no en felicitat.
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