miércoles, 17 de mayo de 2023

BAD LIUTENANT


 


Abel Ferrara fue un director que adquirió notoriedad en los años noventa y, especialmente, tuvo bastante eco esta película. No conozco más de su filmografía, que diría que fue más bien decadente aunque me gustaría ver el biopic que hizo de Pasolini hace ocho o nueve años.   

Bad liutenant gira en torno a un hombre que, rodeado de las más abyecta maldad y siendo él mismo protagonista de ella, descubre la capacidad de perdonar, cosa que le confunde y descoloca en el orden que impera en su desordenado y caótico mundo.

La película necesitaba de un protagonista que fuera potente para retratar un hombre compulsivo, con falta de autocontrol y capaz de mostrar dureza, alienación y locura. Y Harvey Keitel es lo suficientemente gran actor para llevar el peso de la película y hacer una interpretación más que notable. Sin un gran actor como Keitel, la película hubiera perdido fuerza.

Siendo un teniente del cuerpo de policía de Nueva York, lo vemos en las primeras escenas ya apostando elevadas cantidades de dinero sobre la serie de baseball que juegan los Dodgers, contactando con camellos para trapichear y consumir crack y cocaína, divirtiéndose con dos prostitutas con las que forma un trío y bebiendo ingentes cantidades de alcohol. Es un personaje que se define como católico y en el que se adivinan profundos traumas derivados de su relación, al menos formal, con los ritos del mundo católico y que se ejemplifican en una escena en la que, dentro de una iglesia, tiene una alucinación y ve a Jesucristo.

La salvaje violación de una monja a cargo de unos portorriqueños modificará su visión del mundo cuando ella le dice que perdona a sus agresores. En el mundo deshumanizado en que vive Keitel, esto le impactará y, abusando de su condición de policía como hace durante toda la película, buscará a los agresores pero, en vez de reprimirlos y ponerlos en manos de la justicia, les conducirá a una estación de autobuses para que se larguen de Nueva York.

Filmada de manera áspera, mostrando una realidad descarnada y un Nueva York un tanto apocalíptico, Keitel será víctima de una espiral de autodestrucción que le lleva irremediablemente a ser asesinado en su coche por parte de los corredores de apuestas a los que acude continuamente buscando un golpe de suerte para devolver las deudas anteriores.

Sin ser una película del todo redonda, sí es un film que impacta por su cruda violencia  y la soberbia  interpretación de Keitel.  


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