Abel Ferrara fue un director que adquirió
notoriedad en los años noventa y, especialmente, tuvo bastante eco esta película.
No conozco más de su filmografía, que diría que fue más bien decadente aunque
me gustaría ver el biopic que hizo de Pasolini hace ocho o nueve años.
Bad liutenant gira en torno a
un hombre que, rodeado de las más abyecta maldad y siendo él mismo protagonista
de ella, descubre la capacidad de perdonar, cosa que le confunde y descoloca en
el orden que impera en su desordenado y caótico mundo.
La película necesitaba de un protagonista que
fuera potente para retratar un hombre compulsivo, con falta de autocontrol y
capaz de mostrar dureza, alienación y locura. Y Harvey Keitel es lo
suficientemente gran actor para llevar el peso de la película y hacer una interpretación
más que notable. Sin un gran actor como Keitel, la película hubiera perdido
fuerza.
Siendo un teniente del cuerpo de policía de
Nueva York, lo vemos en las primeras escenas ya apostando elevadas cantidades
de dinero sobre la serie de baseball que juegan los Dodgers, contactando con
camellos para trapichear y consumir crack y cocaína, divirtiéndose con dos
prostitutas con las que forma un trío y bebiendo ingentes cantidades de alcohol.
Es un personaje que se define como católico y en el que se adivinan profundos
traumas derivados de su relación, al menos formal, con los ritos del mundo católico
y que se ejemplifican en una escena en la que, dentro de una iglesia, tiene una
alucinación y ve a Jesucristo.
La salvaje violación de una monja a cargo de unos
portorriqueños modificará su visión del mundo cuando ella le dice que perdona a
sus agresores. En el mundo deshumanizado en que vive Keitel, esto le impactará
y, abusando de su condición de policía como hace durante toda la película,
buscará a los agresores pero, en vez de reprimirlos y ponerlos en manos de la
justicia, les conducirá a una estación de autobuses para que se larguen de
Nueva York.
Filmada de manera áspera, mostrando una realidad
descarnada y un Nueva York un tanto apocalíptico, Keitel será víctima de una
espiral de autodestrucción que le lleva irremediablemente a ser asesinado en su coche por parte de
los corredores de apuestas a los que acude continuamente buscando un golpe de
suerte para devolver las deudas anteriores.
Sin ser una película del todo redonda, sí es un
film que impacta por su cruda violencia y
la soberbia interpretación de Keitel.
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