Acabo
la serie de libros que ha escrito Antonio Scurati sobre la figura de Mussolini
con el último, que tiene el inquietante subtítulo de “La fine e il principio”.
Efectivamente, cuenta el final de Mussolini, desde su arresto y reclusión en el
Grand Sasso en julio y agosto de 1943, su liberación por un comando de élite
del ejército alemán, su retorno como jefe del estado títere de la República
Social Italiana que existió en parte del territorio italiano de octubre de 1943
hasta el final de la guerra; hasta su fusilamiento y escarnio público de su cadáver
y el de su amante en el Piazzale Loreto de Milán.
Mussolini
es una figura indigna. Prácticamente secuestrado por los alemanes, tampoco tiene
coraje para intentar cambiar la situación y expresa sus quejas en privado, sobre
todo en la correspondencia con su amante Clara Petacci, mientras en público
sigue las directrices de los alemanes, dejando esa parte que controlan de
Italia bajo ocupación alemana y con el auxilio de los fascistas más fanáticos,
muchos de primera hora y otros directamente surgidos de los bajos fondos y la
delincuencia, que perpetraron auténticas masacres reprimiendo a los partisanos
dentro del contexto de guerra civil que surge el 8 de septiembre de 1943 con el
indigno alto al fuego pactado por Badoglio con los angloamericanos. No
obstante, Scurati tiene piedad con quien no la merece y nos ahorra retratar el
mismo momento del fusilamiento, de la última noche que pasa detenido con su
amante nos traslada a un momento en que está ya de cuerpo presente. Disfrazado
de manera precipitada y torpe como soldado alemán, con un uniforme que no era
de su talla y gafas de sol, no puede evitar que un partisano lo reconozca y los
alemanes se inhiben cumpliendo el trato que habían hecho con esos partisanos,
siguiendo los germánicos su camino y dejando a los italianos que llevaban en el
convoy, con el que se acercaban a la frontera, en manos de los partisanos. En
el momento en que es arrestado, Mussolini tiene un arma en su mano, pero su cobardía
desmiente lo que llevaba diciendo en sus dos últimos años sobre el hecho de
morir luchando.
Después,
Scurati introduce breves reseñas biográficas de muchos personajes que tuvieron
que ver con el dictador italiano. Algunos jerarcas también fueron apresados a
finales de abril de 1945 y se les pasó por las armas igual que a Mussolini.
Pero otros muchos escaparon, y no pocos de ellos están desde el primer momento,
ya en 1946, en la fundación del MSI, que llegó a ser el cuarto partido en la década
de los sesenta en Italia, apoyando puntualmente a los democristianos. Los americanos,
ya en un contexto propio de la guerra fría, ayudan a varios de ellos dentro de
su política anticomunista y más de 20.000 fascistas se benefician de una primera
amnistía en enero de 1946. Un personaje protegido por los americanos fue Pino
Romualdi, que cae en manos de los yanquis en vez de los partisanos, y luego está
en la fundación del MSI, siendo diputado durante 35 años. Uno de los más irreductibles
fue Junio Valerio Borghese, presidente honorario del MSI y participante del
fallido y lamentable golpe de estado en 1970, que ocasiona su exilio, yendo a
parar a Cádiz, muriendo en la ciudad andaluza en 1974 y siendo repatriado su cadáver
a Italia.
El
final del libro refuerza lo inquietante de su título. Explica la historia de
una adolescente italiana que es liberada en Auschwitz en enero de 1945. Cuando,
a partir de la década de los años noventa se dedica a hacer divulgación de lo
que eran los campos de exterminio (como Enric Marco pero sin ser una fullera),
empieza a recibir mensajes antisemitas y, en 2019, siendo una anciana ha de
llevar escolta antes las amenazas que recibe.
Por
tanto, un libro que, a través de Mussolini, habla del pasado y del presente,
finalizando, en relación con Liliana, diciendo que la sua storia – la nostra
storia – non é finita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.