Pierrot le fou es una de
las películas que más me divierten y me parecen más conseguidas de Godard.
Ferdinand Griffon ( Belmondo)
es un joven profesor de lengua española, gran aficionado al arte, casado con una italiana y que va a una fiesta
dejando a los niños con una canguro llamada Marianne (Ana Karina). Cansado de
la fiesta, típicamente burguesa, vuelve a casa y se reencuentra con Marianne,
con la cual había tenido relación unos años antes, iniciando un viaje con ella
desde París hasta la costa mediterránea francesa. La chica está relacionada en
asuntos turbios y el viaje se convierte en una huida hacia ninguna parte que no
sea la muerte. Sin dinero y acosados por unos gánsteres que les siguen los
pasos, Ferdinand va escribiendo su diario a lo largo de la película, saliendo sus
hojas intermitentemente en la película, mientras se suceden momentos de acción
junto con otros en que los personajes divagan sobre cuestiones vitales.
En el inicio de la película,
cuando Ferdinand (llamado siempre Pierrot por Marianne) acude a la fiesta, allí
se encuentra de pie al lado de una pared Sam Fuller. Mantienen un diálogo con
necesidad de traductor y, una vez que Fuller se ha identificado como director
de cine americano, y a pregunta de Ferdinand sobre qué es el cine, Fuller le
responde que el cine es amor, odio, violencia y acción; en definitiva, emoción.
Así que eso es la película, un
homenaje al cine, un viaje emocionante que sería como una especie de El
último refugio pero tratado con el estilo de Godard, alumno destacado de la
Nouvelle Vague, alterando la estructuración espacio-temporal, alejándose
de los cánones tradicionales, con elipsis, introduciendo soluciones absurdas o
surrealistas en algunos momentos de la trama y rodando en un technicolor
acentuando la luminosidad de los colores en tono pastel.
Los primeros treinta o cuarenta minutos me
parecen formidables. La presentación del personaje de Belmondo en la bañera
leyendo una reseña de la obra de Velázquez a su hija, su llegada a la fiesta
plagada de vacuidad salvo el diálogo con Fuller, su huida con Marianne, el
primer muerto en el apartamento que aparece apuñalado y el primer coche que
queda incendiado nos sitúa en una película que arranca fenomenal. La película
baja un poco el tono en el segundo tercio, no siendo malo sino menos
formidable, para recuperar ese tono magnífico al llegar al explosivo final.
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