lunes, 25 de marzo de 2024

TO BE OR NOT TO BE

 


Veo To be or not to be, el clásico de Lubitsch y el día anterior Soy o no soy, que es el título en español del remake que hizo Mel Brooks cuarenta años después. El  ya casi centenario Brooks produjo e interpretó la película, aunque quien aparece como director es Alan Johnson.

Poco se puede decir a estas alturas del clásico de Lubitsch. Una demoledora parodia antinazi con un guion perfecto, situaciones muy divertidas, una Carole Lambord espectacular y una demostración de valentía de Lubitsch, director de origen hebreo, haciendo comedia en 1941 de un tema como el nazismo que se empezaba a poner muy serio. Pero, precisamente, una de las características del humor judío es la capacidad de reírse de las situaciones más angustiosas posibles, como lo era la opresión nazi

La idea de hacer un remake de un clásico tan indiscutible era temeraria y parece que a Mel Brooks le cayeron bastantes palos por parte de la crítica. Brooks hizo un remake muy fiel al original de Lubitsch y, por ello, el mérito de las situaciones más divertidas viene del guion original escrito por Lubitsch y Edwin Justus Mayer, que adaptaron una historia de Menyhért Leng.

Brooks introdujo un par de números musicales, uno de ellos abriendo la película, así como cambió el sexo de la asistenta de Carole Lombard ya que, en el remake, quien asiste a Anne Bancroft es un homosexual. Ello permite que, por un lado, se mencione la persecución de los nazis hacia este colectivo pero, por otro lado, da pie a algún gag con un humor muy en la línea de Brooks y que ahora sería juzgado por mucha gente como políticamente incorrecto. Además de poder hacer alusiones sexuales de manera más explícita, una diferencia del remake es hacer muy visible la persecución judía que, tal vez por falta de perspectiva o ser muy espinoso el tema en 1941, no estaba presente en la película de Lubitsch. En cambio, en la de Brooks sí hay un grupo de judíos escondidos en los sótanos del teatro que se apuntan al viaje final y son salvados.

Un activo del remake es Anne Bancroft. Si Carole Lombard estaba espectacular, no lo está menos la esposa de Brooks en la cinta de 1983; ambas son grandes actrices que llenan la pantalla. Pero también dos buenos actores como José Ferrer, interpretando al profesor Siletski, y Charles Durning dando vida al coronel Erhardt, consiguen que el filme de Brooks mantenga un tono muy divertido.

Más discutible es la comparación entre Jack Benny y Mel Brooks interpretando al devoto shakesperiano primer actor de la compañía. Benny se mueve en un registro divertido pero contenido, mientras que Brooks no abandona una vena histriónica durante todo el rato y, en uno de los dos números musicales, cae en lo grotesco. A quien no le guste esa comicidad de Brooks, tan estridente, difícilmente soportará el remake.

Así pues, si ver la obra de Lubitsch siempre es un placer, también lo pasamos bien con el remake que, a parte del propio Brooks que puede caerte más o menos bien e influir en como acoges la película, tiene un buen elenco de actores, sobre todo Bancroft, Ferrer y Durning.

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