Veo To be or not to be,
el clásico de Lubitsch y el día anterior Soy o no soy, que es el título en
español del remake que hizo Mel Brooks cuarenta años después. El ya casi centenario Brooks produjo e interpretó
la película, aunque quien aparece como director es Alan Johnson.
Poco se puede decir a estas
alturas del clásico de Lubitsch. Una demoledora parodia antinazi con un guion
perfecto, situaciones muy divertidas, una Carole Lambord espectacular y una
demostración de valentía de Lubitsch, director de origen hebreo, haciendo
comedia en 1941 de un tema como el nazismo que se empezaba a poner muy serio.
Pero, precisamente, una de las características del humor judío es la capacidad
de reírse de las situaciones más angustiosas posibles, como lo era la opresión nazi
La idea de hacer un remake de
un clásico tan indiscutible era temeraria y parece que a Mel Brooks le cayeron bastantes
palos por parte de la crítica. Brooks hizo un remake muy fiel al original de
Lubitsch y, por ello, el mérito de las situaciones más divertidas viene del guion
original escrito por Lubitsch y Edwin Justus Mayer, que adaptaron una historia de
Menyhért Leng.
Brooks introdujo un par de
números musicales, uno de ellos abriendo la película, así como cambió el sexo de
la asistenta de Carole Lombard ya que, en el remake, quien asiste a Anne Bancroft
es un homosexual. Ello permite que, por un lado, se mencione la persecución de
los nazis hacia este colectivo pero, por otro lado, da pie a algún gag con un
humor muy en la línea de Brooks y que ahora sería juzgado por mucha gente como políticamente
incorrecto. Además de poder hacer alusiones sexuales de manera más explícita,
una diferencia del remake es hacer muy visible la persecución judía que, tal vez por falta
de perspectiva o ser muy espinoso el tema en 1941, no estaba presente en la
película de Lubitsch. En cambio, en la de Brooks sí hay un grupo de judíos
escondidos en los sótanos del teatro que se apuntan al viaje final y son
salvados.
Un activo del remake es Anne
Bancroft. Si Carole Lombard estaba espectacular, no lo está menos la esposa de Brooks
en la cinta de 1983; ambas son grandes actrices que llenan la pantalla. Pero
también dos buenos actores como José Ferrer, interpretando al profesor
Siletski, y Charles Durning dando vida al coronel Erhardt, consiguen que el
filme de Brooks mantenga un tono muy divertido.
Más discutible es la comparación
entre Jack Benny y Mel Brooks interpretando al devoto shakesperiano primer
actor de la compañía. Benny se mueve en un registro divertido pero contenido, mientras
que Brooks no abandona una vena histriónica durante todo el rato y, en uno de
los dos números musicales, cae en lo grotesco. A quien no le guste esa comicidad de Brooks, tan estridente, difícilmente soportará el remake.
Así pues, si ver la obra de
Lubitsch siempre es un placer, también lo pasamos bien con el remake que, a
parte del propio Brooks que puede caerte más o menos bien e influir en como acoges
la película, tiene un buen elenco de actores, sobre todo Bancroft, Ferrer y
Durning.
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