Otra película que veo de Aki
Kaurismaki. En esta ocasión, se titula Luces al atardecer, rodada en
2006 y supone una incursión en el cine negro.
Koistinen, un muchacho
solitario y corto de luces que trabaja como guardia de seguridad, es seducido
por una femme fatale llamada Mirja, novia de un gangster llamado Foreman
que planea dejar inconsciente a Koistinen para robar joyas en un centro
comercial aprovechando las claves de seguridad que están en su poder. Koistinen, en principio, es dejado en
libertad por la policía por falta de pruebas pero, fingiendo una
reconciliación, Mirja deja una parte pequeña de las joyas en el apartamento del
guardia. A pesar de ver que han dejado esas pruebas, Koistinen no hace nada por
deshacerse de ellas, viene la policía y vuelve a ser detenido, siendo juzgado y
condenado, teniendo que pasar una temporada en prisión, no habiendo delatado a
Mirja. Excarcelado, encuentra trabajo como lavaplatos en un restaurante en el
que, casualmente, irán a cenar una noche Mirja y Foreman. Koistinen será despedido al alertar Foreman a
la dueña del restaurante que ha estado en la cárcel. Entonces, Koistinen
intentará herir con un arma blanca a Foreman, aunque no le hará más que un
rasguño y los sicarios del hampón le propinan una paliza. Una chica llamada
Aila, que tiene un puesto callejero de hot dogs y ha intentado aproximarse a
Koistinen visitándolo incluso en prisión a pesar de la indiferencia del
muchacho, lo encuentra y asiste, dándole la mano que Koistinen acepta.
Como siempre, la banda sonora
está muy cuidada, con estilos variopintos, desde fragmentos de tres óperas de
Puccini a rock and roll, y con la devoción que este hombre le tiene a Carlos
Gardel ya que, en los títulos de crédito del inicio, podemos oír Volver
y, en los finales, El día que me quieras.
El estilo de Kaurismaki es el
de siempre. Minimalista, prácticamente sin diálogos, pocos movimientos de
cámara, planos fijos frecuentemente sobre espacios urbanos fríos y desangelados
de Helsinki, ya sea en exteriores o en el lóbrego apartamento, celda y albergue
en que habita el protagonista. Los personajes actúan con extremada frialdad,
desapasionadamente y Koistinen acepta con resignación y pasividad la encerrona
que le han preparado y que da con sus huesos en la cárcel. La banda criminal
está totalmente deshumanizada y sorprende una escena en silencio con MIrja
pasando la aspiradora junto a una mesa en la que Foreman y sus sicarios juegan
una timba.
Y, pese a tanta frialdad,
indiferencia e inhumanidad en gran parte de los personajes, Aila significa un
rayo de esperanza, una chica que se interesa por Koistinen, recibe desplantes y
persevera hasta que él le de la mano y acepte su ayuda. Una película de tono
tan sombrío finaliza con un rayo, aunque sea tenue, de esperanza y Kaurismaki
consigue que empaticemos y deseemos lo mejor para esa pareja.
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