viernes, 23 de febrero de 2024

LUCES AL ATARDECER

 

Otra película que veo de Aki Kaurismaki. En esta ocasión, se titula Luces al atardecer, rodada en 2006 y supone una incursión en el cine negro.

Koistinen, un muchacho solitario y corto de luces que trabaja como guardia de seguridad, es seducido por una femme fatale llamada Mirja, novia de un gangster llamado Foreman que planea dejar inconsciente a Koistinen para robar joyas en un centro comercial aprovechando las claves de seguridad que están en su poder.  Koistinen, en principio, es dejado en libertad por la policía por falta de pruebas pero, fingiendo una reconciliación, Mirja deja una parte pequeña de las joyas en el apartamento del guardia. A pesar de ver que han dejado esas pruebas, Koistinen no hace nada por deshacerse de ellas, viene la policía y vuelve a ser detenido, siendo juzgado y condenado, teniendo que pasar una temporada en prisión, no habiendo delatado a Mirja. Excarcelado, encuentra trabajo como lavaplatos en un restaurante en el que, casualmente, irán a cenar una noche Mirja y Foreman.  Koistinen será despedido al alertar Foreman a la dueña del restaurante que ha estado en la cárcel. Entonces, Koistinen intentará herir con un arma blanca a Foreman, aunque no le hará más que un rasguño y los sicarios del hampón le propinan una paliza. Una chica llamada Aila, que tiene un puesto callejero de hot dogs y ha intentado aproximarse a Koistinen visitándolo incluso en prisión a pesar de la indiferencia del muchacho, lo encuentra y asiste, dándole la mano que Koistinen acepta.

Como siempre, la banda sonora está muy cuidada, con estilos variopintos, desde fragmentos de tres óperas de Puccini a rock and roll, y con la devoción que este hombre le tiene a Carlos Gardel ya que, en los títulos de crédito del inicio, podemos oír Volver y, en los finales, El día que me quieras.

El estilo de Kaurismaki es el de siempre. Minimalista, prácticamente sin diálogos, pocos movimientos de cámara, planos fijos frecuentemente sobre espacios urbanos fríos y desangelados de Helsinki, ya sea en exteriores o en el lóbrego apartamento, celda y albergue en que habita el protagonista. Los personajes actúan con extremada frialdad, desapasionadamente y Koistinen acepta con resignación y pasividad la encerrona que le han preparado y que da con sus huesos en la cárcel. La banda criminal está totalmente deshumanizada y sorprende una escena en silencio con MIrja pasando la aspiradora junto a una mesa en la que Foreman y sus sicarios juegan una timba.

Y, pese a tanta frialdad, indiferencia e inhumanidad en gran parte de los personajes, Aila significa un rayo de esperanza, una chica que se interesa por Koistinen, recibe desplantes y persevera hasta que él le de la mano y acepte su ayuda. Una película de tono tan sombrío finaliza con un rayo, aunque sea tenue, de esperanza y Kaurismaki consigue que empaticemos y deseemos lo mejor para esa pareja.  

 

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