Hace 103
años que Victor Sjostrom dirigió y protagonizó La carreta fantasma y resulta
ser una obra espléndida que ha sido pionera influyendo en muchas películas y,
por ejemplo, Ingmar Bergman decía que veía esta película al menos una vez al
año.
Tres amigos
borrachos están celebrando en la calle la Nochevieja y comentan la leyenda
según la cual el último fallecido del año está condenado a penar, todo el año
siguiente, llevando una carreta con la que irá recogiendo las almas de la gente
que vaya muriendo hasta que se libere con el último fallecido del año
siguiente. David Holm, alcohólico, tuberculoso, maltratador de su mujer e hijos
y hombre que ha fallado en su reinserción, guardando rencor contra todo el
mundo, es quien muere con la última campanada del año. El conductor titular de
la carreta se dispone a abordar el alma de Holm una vez ha muerto y le dice que
ha de asumir la ingrata tarea, siendo el primer “cliente” una chica del
ejército de salvación que, con una excesiva buena voluntad, intentó mediar
entre Holm y su mujer, habiendo contraído la tuberculosis que la lleva a la
muerte por culpa de Holm. Sobrecogido por el horror de la situación, Holm se
niega a aceptar el relevo y todavía más cuando, desde ese inframundo en el que
habita su alma, ve la situación actual de mujer e hijos y se confirman sus
sospechas que, si le han llevado allí, será porque va a suceder un suicidio y filicidio.
Aunque sea forzado, la película acabará bien como no podía ser de otra manera
en 1921.
Viendo la
película, uno no puede evitar pensar en El séptimo sello con ese
conductor de la carreta portando una guadaña y recogiendo las almas de los
muertos. Luego está la sorpresa de ver una escena que replicaría Stanley
Kubrick sesenta años más tarde en El resplandor cuando Holm, armado con
un hacha y malas intenciones, destroza una puerta de madera para acceder a la habitación
donde se encuentran su mujer e hijos. Otra influencia clara es la idea presente
en ¡Qué bello es vivir!, pues el conductor de la carreta le muestra a
Holm, desde su posición de persona ya no viviente, el dolor que ha causado en
los demás y el irresponsable padre y marido se consume porque no puede evitar
el mal que creó.
Sjostrom
trabajó a base de superposiciones para crear los dos planos de realidad, la
terrenal y aquella inmaterial en la que se mueve la carreta y sus guías
recogiendo los muertos, consiguiendo el efecto fantasmagórico que necesitaba la
historia. La película es muy brillante visualmente, sus efectos especiales
impactaron en todo el mundo, pero también es muy interesante cómo cuenta la
historia Sjostrom a base de flashbacks, y en algún momento alguno dentro de
otro, con lo que es una narración bastante compleja para la época en que se
rodó y explicada de forma brillante.
Es una
historia, y esto también conecta con Bergman, de culpa y redención filmada con
una fuerza arrebatadora, de la misma manera que seis o siete años más tarde
Sjostrom filmó El viento junto a Lilian Gish.
Obra maestra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.