lunes, 5 de febrero de 2024

LA CARRETA FANTASMA

 

Hace 103 años que Victor Sjostrom dirigió y protagonizó La carreta fantasma y resulta ser una obra espléndida que ha sido pionera influyendo en muchas películas y, por ejemplo, Ingmar Bergman decía que veía esta película al menos una vez al año.

Tres amigos borrachos están celebrando en la calle la Nochevieja y comentan la leyenda según la cual el último fallecido del año está condenado a penar, todo el año siguiente, llevando una carreta con la que irá recogiendo las almas de la gente que vaya muriendo hasta que se libere con el último fallecido del año siguiente. David Holm, alcohólico, tuberculoso, maltratador de su mujer e hijos y hombre que ha fallado en su reinserción, guardando rencor contra todo el mundo, es quien muere con la última campanada del año. El conductor titular de la carreta se dispone a abordar el alma de Holm una vez ha muerto y le dice que ha de asumir la ingrata tarea, siendo el primer “cliente” una chica del ejército de salvación que, con una excesiva buena voluntad, intentó mediar entre Holm y su mujer, habiendo contraído la tuberculosis que la lleva a la muerte por culpa de Holm. Sobrecogido por el horror de la situación, Holm se niega a aceptar el relevo y todavía más cuando, desde ese inframundo en el que habita su alma, ve la situación actual de mujer e hijos y se confirman sus sospechas que, si le han llevado allí, será porque va a suceder un suicidio y filicidio. Aunque sea forzado, la película acabará bien como no podía ser de otra manera en 1921.

Viendo la película, uno no puede evitar pensar en El séptimo sello con ese conductor de la carreta portando una guadaña y recogiendo las almas de los muertos. Luego está la sorpresa de ver una escena que replicaría Stanley Kubrick sesenta años más tarde en El resplandor cuando Holm, armado con un hacha y malas intenciones, destroza una puerta de madera para acceder a la habitación donde se encuentran su mujer e hijos. Otra influencia clara es la idea presente en ¡Qué bello es vivir!, pues el conductor de la carreta le muestra a Holm, desde su posición de persona ya no viviente, el dolor que ha causado en los demás y el irresponsable padre y marido se consume porque no puede evitar el mal que creó.

Sjostrom trabajó a base de superposiciones para crear los dos planos de realidad, la terrenal y aquella inmaterial en la que se mueve la carreta y sus guías recogiendo los muertos, consiguiendo el efecto fantasmagórico que necesitaba la historia. La película es muy brillante visualmente, sus efectos especiales impactaron en todo el mundo, pero también es muy interesante cómo cuenta la historia Sjostrom a base de flashbacks, y en algún momento alguno dentro de otro, con lo que es una narración bastante compleja para la época en que se rodó y explicada de forma brillante.

Es una historia, y esto también conecta con Bergman, de culpa y redención filmada con una fuerza arrebatadora, de la misma manera que seis o siete años más tarde Sjostrom filmó El viento junto a Lilian Gish. 

Obra maestra.

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