domingo, 19 de noviembre de 2023

R.M.N.

 

Vi hace muchos años 4 meses, 3 semanas y 2 días, que me gustó bastante y no había tenido la oportunidad de ver otra película de Cristian Mungiu. Tampoco se ha prodigado mucho el director rumano que solo tiene en su haber 5 filmes. Pero surge la oportunidad de ir a la Filmoteca a ver R.M.N. y me parece una película notable y de gran interés.

La acción transcurre en una población de Transilvania, una zona multiétnica donde conviven rumanos y húngaros. Por ello, es muy importante la advertencia inicial sobre los subtítulos, de color blanco cuando se habla en rumano y de amarillo cuando es en húngaro. Otras lenguas, más fáciles de identificar, vienen en color rosa ya que también se habla en francés, inglés y alemán.

La acción se inicia cuando Mattias vuelve a ese pueblo desde Alemania tras despedirse de manera brusca de su trabajo en una industria cárnica. Mattias tiene en ese pueblo una mujer y un hijo de unos 11 o 12 años, además de una examante llamada Csilla , una mujer divorciada con la que se adivina una relación intensa y no finiquitada. Csilla trabaja como directora de una empresa panificadora que tiene en otra mujer la propietaria capitalista. El principal conflicto de la película se producirá cuando, ante una oferta de trabajo que no encuentra respuesta en nadie del pueblo por considerarlo mal pagado, vendrán dos inmigrantes de Sri Lanka para trabajar en la panificadora. Se producirá una reacción xenófoba de la mayoría de la gente del pueblo, alegando cosas absurdas sobre supuestas patologías que pueden traer los inmigrantes, y contando con el apoyo del mismo párroco del pueblo.

Mungiu elige para explicar la historia los últimos días de diciembre y primeros de enero. El tono de la película es gris, paisajes nevados, el cielo siempre cubierto y, por tanto, acorde con una película sombría sobre la naturaleza humana mostrando uno de sus peores aspectos como la defensa irracional de pertenencia a una tribu y el consiguiente racismo.

Mungiu rueda en muy pocos planos, raramente hace un plano contraplano y deja que los actores desarrollen e interpreten sus personajes delante de la cámara sin cortapisas. Y consigue el mejor momento de la película en un plano fijo de 15 o 20 minutos en los que se celebra una especie de asamblea en el pueblo para tratar de cómo abordar el rechazo a los inmigrantes asiáticos. Vemos en la parte más cercana a la cámara a la directora de la empresa y a Csilla, defendiendo la presencia de los inmigrantes; al lado de Csilla está Mattías, que permanece callado en esa escena a pesar que hemos visto es un hombre vehemente y de errático comportamiento respecto a su mujer, examante e hijo; y luego el resto de lugareños soltando una tontería después de otra, en diálogos muy incisivos y dando muestra de un irracional comportamiento de tipo racista  que, finalmente, viene a ratificar un boicot contra la empresa que ya han iniciado antes de la reunión.

Siendo Rumanía una tierra de la que ha emigrado tanta gente en las últimas décadas, muchos a España, y no siendo un lugar que pueda atraer grandes corrientes de inmigración pues es un país más bien atrasado y dependiente de los fondos europeos; resulta especialmente cruel como Mungiu retrata a sus compatriotas de esa pequeña localidad transilvana. No hace falta decir que el problema que retrata la película también se puede dar en cualquier lugar del mundo, ya sea en Chicago, Oslo, Berlín, Riad o Ripoll. Y que es una muestra del auge de los partidos de ultraderecha en todo el continente europeo en una deriva que empezó sobre todo después de la crisis de 2008.

En la parte final de la película, la directora de la panificadora viene a transigir con las exigencias del pueblo respecto a los inmigrantes y Csilla, el personaje más positivo de la película, decide aceptar un empleo en Alemania. Y en un final que es lo que menos me ha gustado, Mattías, cuyo comportamiento ha sido cambiante y contradictorio durante toda la película, acaba por dar rienda suelta a sus desequilibrios mentales disparando un fúsil en el bosque contra imaginarios osos.

 

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