Fritz Lang cerró su etapa en Alemania con El testamento
del Dr. Mabuse y, de hecho, según los rótulos que informan de la
restauración de la película, no fue estrenada en ese país hasta 1951, una vez
finalizada la II Guerra Mundial. El estreno mundial, en abril de 1933, tuvo
lugar en Viena una vez Goebbels la prohibió en Alemania.
El argumento gira en torno al aviso que recibe un jefe de
policía, el comisario Lohmann, por parte de un antiguo subordinado llamado
Hoffmeister, de actividades criminales a cargo de una banda. Hoffmeister es
perseguido y acosado por la banda criminal hasta que, desquiciado, va a parar a
un hospital psiquiátrico. Justamente en
ese hospital está internado desde hace años el Dr. Mabuse, fuera de la realidad
y dedicado a garabatear y escribir cosas aparentemente sin sentido pero que
acaban siendo planes criminales. Mabuse es estudiado con fascinación por el Dr.
Baum, director del centro, como demuestra al hablar de su caso en una clase con
estudiantes de medicina
Las actividades delictivas se producen de manera paralela a
los escritos que va haciendo Mabuse. Esas actividades incluyen ideas tan abyectas
como atentar contra instalaciones de gas, plantas químicas o envenenar agua
potable. Las pesquisas policiales apuntan, una vez muerto Mabuse, al Dr. Baum
que, en la adoración incondicional que guarda hacia el siniestro doctor, o bien
ha recibido sus ideas de forma telepática o bien ha sido vampirizado al
transformarse la fascinación en locura (hay un plano de Baum dialogando con el
espectro de Mabuse). Baum ha estado dirigiendo todo el entramado criminal y, al
final de la película, como si fuera un círculo, acaba en una celda del hospital
psiquiátrico garabateando folios como hiciera Mabuse.
El inicio de la película es espléndido, utilizando el sonido
de una máquina de imprenta de forma machacona, y con el personaje de
Hoffsmeiter acosado durante varias escenas en el interior de la imprenta y
luego en la calle, y la manera con la que Lang utiliza el espacio para crear la
sensación de cerco sobre él. A partir de ahí, toda la película tiene un ritmo
trepidante y, siendo de argumento denso, está rodada con una agilidad y soltura
propia de uno de los grandes directores del cine clásico, y con ese característico
expresionismo del cine alemán de la época que tuvo en Lang uno de sus
estandartes.
Se ha dicho frecuentemente que la prohibición de Goebbels
venía por el hecho de identificar las perversas ideas criminales de Mabuse con
el régimen nazi recién iniciado. No sé hasta qué punto eso es así, pero sin
duda Lang, como hizo en sus películas de la serie negra rodadas en EEUU, estaba
interesado en mostrar la realidad social que existía como sustrato a los hechos
criminales que narraba en sus películas. Y, cuando Lang rueda esta película, la
realidad social alemana tenía que estar bastante podrida como para que un
partido fascista alcanzara el poder en enero de 1933 y desarrollara ideas
incluso mucho peores que las de Mabuse.
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