lunes, 9 de octubre de 2023

HISTORIA DE UN ALEMÁN

 

Historia de un alemán, de Sebastian Haffner, es un libro en el que, en primera persona, el autor explica su vida desde el inicio de la I Guerra Mundial hasta el año 1933, cuando abandona Alemania y se encamina hacia el exilio en Francia y luego Inglaterra. Como él dice, su libro no habla de los detalles de los grandes acontecimientos históricos y políticos sino de cómo les afectó todo ello a gente corriente como él y sus amigos o conocidos.

Haffner tiene 7 años cuando estalla la I Guerra Mundial y narra como la gente consultaba el parte diario que colgaban en edificios públicos explicando como se movía el frente y las bajas sufridas hasta que, el 11 de noviembre de 2018, desparecieron los partes. Siendo él ya un adolescente, narra momentos muy convulsos para Alemania: la revolución espartaquista, los reaccionarios putschs de Kapp y Hitler; así como el período de la hiperinflación, acabado de forma sorprendente para el adolescente Haffner cuando un día se comenta que pronto volvería a haber dinero “de valor constante” y luego el rumor se hizo realidad, volviendo la confianza y la estabilidad económica de 1924 a 1929 (al fin y al cabo qué otra cosa es una moneda sino una ficción).

Aunque toda esta parte está bien, más interesante es la última parte del libro en la que explica sus vivencias en el primer año del nazismo. Haffner es en aquel momento un estudiante de Derecho que oposita para formar parte de la burocracia judicial. Desde pocas semanas después del nombramiento de Hitler el 30 de enero, los nazis pasan a la acción. Después del incendio del Reichstag se empieza a perseguir a opositores políticos y judíos. El cambio fue muy rápido, de pocos meses y, ya en verano, Haffner ve como empiezan a exiliarse amigos, entre ellos algunos judíos. Haffner asiste impotente a este hecho así como que su padre, para cobrar una pensión, tenga que rellenar un formulario vergonzoso explicando a qué partidos o asociaciones había pertenecido, cuál era su contribución a la nación y comprometerse a un “apoyo sin reservas al Gobierno de alzamiento nacional”. También observa como se resquebraja la relación con mucha gente, algunos efectivamente piensan como él y están contra el régimen pero otros muchos se adaptan a los cambios políticos y los justifican aun cuando en principio no eran nazis.

Haffner se pregunta como los nazis, que en las últimas elecciones llegaron al 40% de los votos, pudieran cometer todo tipo de tropelías casi sin oposición cuando los no nazis, aun divididos, eran un 60%. Ciertamente, y como buenos fascistas que eran, fueron audaces y desacomplejados a la hora de imponer un régimen de brutalidad. Con esa política anestesiaron a buena parte de la sociedad alemana. Haffner escribe una frase atribuida a Hitler que tal explique mucho de lo que pasó: “Todos los que desean combatirnos están prestando servicio… en el ejército del Reich”.

Antes de exiliarse, Haffner había prometido a su padre hacer un examen para el ingreso a los cuerpos estatales y debía asumir ese compromiso. Los nazis, en verano de 1933, y antes de que se examinen, reúnen a los opositores en una especie de campamentos comandados por escuadras de las SA. Allí reciben instrucción militar, pero sobre todo ideológica, exaltando el nacionalismo germano a base de canciones y proclamas y discursos de Hitler. Por un lado, el autor describe el miedo al otro, a no manifestarse como antinazi aunque a lo mejor estás compartiendo campamento con alguien que piensa como tú. Y, por otro lado, como esta serie de prácticas fomentaron entre sus compañeros un sentimiento de camaradería, de pertenencia a un grupo, que tan bien les fue a los nazis para anular cualquier conducta individualista y que la gente siguiera en el rebaño, como también paso en las Juventudes Hitlerianas y otras organizaciones nazis.

Desgraciadamente, lo que explica Haffner está mucho más de actualidad de lo que pudiera parecer y nuevas formas de fascismo avanzan en todo el mundo, estando muy cercanas algunas de ellas.  

 

 

 


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