martes, 12 de septiembre de 2023

LA CIUDAD DESNUDA


 

Veo un clásico del cine negro como La ciudad desnuda, dirigida por Jules Dassin y con Barry Fitzgerald encabezando un reparto de actores poco conocidos.  La ciudad es Nueva York, que aparece bellamente fotografiada; al inicio de la película con unos planos aéreos y la voz en off que acompaña toda la película explicando que hay ocho millones de historias en esa gran urbe (tal como cantó después Rubén Blades en Pedro Navaja) y que van a explicar una de ellas.

La película está rodada de una manera semidocumental, mostrando la vida diaria de los neoyorquinos en el transporte público, niños en la calle mojándose con agua de una boca de riego porque es verano , gente comprando en los mercados, etc. Y se rodó en escenarios naturales, en las calles neoyorquinas, lo que siempre da frescura a una película.

Y, como en Pedro Navaja, la historia resulta que es un crimen. Después de la introducción mostrando la ciudad y la voz en off, vemos el asesinato de una chica a cargo de dos tipejos. La chica resultara ser una modelo y una brigada policial liderada por Fitzgerald inicia la investigación. Después de una compleja investigación, resultara que la chica no era una santa. Junto con un tipo apuesto y sin escrúpulos que además era el prometido de una de sus compañeras de trabajo, se dedicaban a, mediante una pareja de quinquis que llevaban a cabo los atracos, robar joyas a gente de la alta sociedad aprovechando los contactos que les brinda un médico, perdidamente enamorado de la modelo, y que se presta  por ello a colaborar en la trama criminal dando la pista de gente adinerada que irá a sus fiestas. Cuando los dos quinquis que realizan de manera efectiva los atracos planeados por la modelo y su amigo quieren más parte del botín, estalla la tensión que da origen al asesinato de la chica.  

La película es de una agilidad prodigiosa, en el mejor estilo de cine clásico americano. Despacha lo que es una compleja investigación policial, en la que en muchos momentos se atascan las pesquisas, en unos noventa minutos de metraje que pasan a gran velocidad. Lo que ahora se tardaría varias horas en contar, y hasta daría para una serie, Dassin lo sintetiza de manera perfecta porque le da tiempo a contar la acción y a retratar a los personajes y que todos tengan dimensión propia incluso aunque ocupen poco metraje, como por ejemplo los padres de la modelo que tienen dos escenas pero quedan perfectamente dibujados. 

Aprovechando el rodar en escenarios naturales, el final está muy bien porque el último delincuente que está libre, que ha matado a la chica y al otro que era su compañero en los atracos, es acorralado y escala toda la estructura metálica del puente de Brooklyn sin ninguna posibilidad de escapar hasta que es abatido y cae al río de una manera trágica y un punto épica al caer desde un edificio tan simbólico de la ciudad.  

Y, como último plano, un barrendero recoge la primera página de un diario en el que se informa que el caso de la modelo ya se ha resuelto. La voz en off nos dice que esa historia está liquidada pero muchas otras comienzan con cada amanecer en la gran urbe

Un gran clásico de un gran realizador que, años más tarde y en Francia, dirigiría una película todavía mejor y que es una obra maestra cuyo título es Rififi.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

MÁS RÁPIDO QUE EL VIENTO

  Más rápido que el viento (1958) es un western que tiene muchos puntos atractivos. Dirigido por un competente Robert Parrish, vi que en el...