El cazador de recompensas
es un western dirigido en 1953 por André
de Toth e interpretado por Randoph Scott. Ambos colaboraron en varias películas
y, aunque Scott alcanzó con Boetticher la excelencia realizando westerns, El
cazador de recompensas es una película que se ve de manera amena y
agradable.
Scott es un bounty hunter
, un individualista que se dedica a
buscar y capturar, vivos o muertos, a forajidos por los que se ofrece una
recompensa. Recibirá la visita de un hombre de la agencia Pinkerton que no
puede solucionar el problema causado por un atraco en el que, además de alguna
muerte, desapareció una cantidad
importante de dinero. A caballo entre el western y el cine de detectives, Scott
se desplazará a una ciudad donde irá indagando y cercando a los tres asesinos,
se enamorará de la hija de un médico que en principio encubre a los malos bajo
coacciones y, tras liquidar a los villanos, sentará la cabeza casándose con la
chica y convirtiéndose en el sheriff de la localidad.
Actor poco dado a matices, la
presencia de Scott siempre da consistencia a una película del Oeste. El guion
está trabajado y mantiene la intriga con unos malos que parecían los menos
señalados y un golpe de efecto con el que Scott descubre al final a uno de los
asesinos marcándose un farol. De Toth
filma con sencillez y eficacia como corresponde a un buen film de serie B.
Estamos ante un western clásico y
Scott abandona su individualismo, se casa con la chica y se integra en la
comunidad como un eficiente sheriff. Nada que ver con un bounty hunter que
muchos tenemos como favorito y que es el hombre sin nombre que Eastwood interpreta
en La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo;
un hombre cínico y amoral carente de un lugar donde asentarse.
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