El anacoreta es la única película
que dirigió en solitario Juan Estelrich (hijo del homónimo político de la
Lliga) y coescribió el guion junto a Rafael Azcona, siendo Fernando Fernán Gómez
el protagonista absoluto de la película.
Fernán Gómez interpreta a Fernando
Tobajas, un señor que cuando empieza la película lleva once años viviendo en el
cuarto de baño, que ha acondicionado como un miniapartamento. En las demás
dependencias de la casa que él nunca visita viven su mujer, su administrador
que es amante de su mujer, la criada doméstica y una hija que se independiza y
le presenta a un peculiar personaje que será su marido. Además de recibir a sus
amigos y jugar al dominó en medio del cuarto de baño, Tobajas se dedica a escribir
mensajes que inserta en un tubo metálico y tira por el retrete esperando que
alguien los lea, además de hacer copia de los mismos y archivarlos por riguroso
orden cronológico. Aunque siguiendo las corrientes de desagüe y fluviales
estando en Madrid lo lógico es que los mensajes vayan a parar al Atlántico, una
chica anglosajona, Arabel Lee, encuentra uno de los mensajes en la isla de Capri y se presenta en Madrid
para conocer a Tobajas, siendo seguida por un tal Mr. Boswell, millonario y
amante de la chica.
Tobajas será tentado de dos maneras
para abandonar su cuarto de baño y reinsertarse en la sociedad. Por un lado,
recibirá una oferta económica de Boswell que rechazará sin dudar y, entonces, el
millonario convencerá a la familia de abandonar la casa para hacerlo salir al
no tener quien le auxilie. Por otro
lado, Arabel Lee, que se queda con él le tienta primero de manera infructuosa exhibiendo
su voluptuoso cuerpo y, más adelante, habiéndose enamorada de él, tiene más
éxito en una relación con mayor implicación sentimental.
Tobajas confiesa que se refugió
en el cuarto de baño porque la vida no tenía nada que ofrecerle y fio su suerte
a hacer una llamada desesperada, a través de los mensajes, y que alguien
cambiara su situación. Por un momento, parece que Arabel Lee podrá ser el
aliciente que necesita para salir del cuarto de baño y, con tal fin, incluso abandona
su habitual indumentaria que consiste en llevar chandals y se hace traer un
traje para ir a la calle. Pero se impone la realidad y Arabel Lee le hace ver que la magia que ha encontrado
enamorándose de una persona que vive aislada se rompería al salir y ella,
acostumbrado al alto nivel de vida que tiene, se cansaría enseguida de un hombre
que pasaría a ser común. Tobajas lo comprende, se despiden y mientras la cámara recorre el cuarto de baño
el audio revela el trágico final.
La película es una tragicomedia.
Al principio, más comedia y, al final, más tragedia. Hay muchos momentos
divertidos como jugar con normalidad al dominó y que uno de los amigos orine al
lado de la mesa que es donde está el retrete, o que en una de las primeras
visitas de la chica el amante de la mujer de Tobajas esté dándose un baño. En
estos detalles y en el retrato de los extravagantes personajes de la familia de
Tobajas, hay un humor surrealista y absurdo que está muy bien resuelto. Cuando
la película avanza, en el último tercio, desaparece el tono de comedia y se
explica la historia de un hombre que no puede estar en ningún sitio, ni en la
sociedad ni en el pequeño mundo que se había construido constatando que no
puede comunicarse con nadie, esperanza que mantenía mientras suponía que sus mensajes
daban vueltas por el mundo arrastrados por las corrientes.
Se impone la soledad y el
pesimismo por lo que, disfrazada en gran parte del metraje de comedia o de
farsa grotesca, es una película muy amarga y en la que, como no puede ser de otra
manera, Fernán Gómez está soberbio.
No debió ser fácil dirigir una
película en la que solo hay un decorado y que podría ser perfectamente una obra
de teatro ( no sé si hay alguna adaptación). Yo creo que Estelrich sale airoso,
la película está bien dirigida y coescribió con Azcona un gran guion. Y con un final en el que Tobajas deja escrito que en el futuro habrá más anacoretas como él.
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