martes, 30 de diciembre de 2025

LICENCIA PARA MATAR

 


Licencia para matar (1975) es una película un tanto atípica dentro de la carrera de Clint Eastwood. Pero también tiene la lógica de que Eastwood nunca fue reacio a interpretar papeles fuera de su zona de confort, que consistía básicamente en papeles de policía o vaquero, buscando cosas nuevas, como las prescindibles comedias que protagonizó con el orangután Clyde o la aburrida película Firefox en que mezcla espionaje y ciencia ficción.  

Con Licencia para matar, Eastwood se introduce en el cine de espionaje y, sin ser una gran película, mejora las del orangután y Firefox.  Aquí interpreta a un profesor de arte, Jonathan Hemlockque lleva una doble vida como agente del servicio secreto especializándose en matar miembros de la inteligencia de otros países, con lo que consigue una buena remuneración que emplea para coleccionar obras de arte. A pesar de que está retirado, las maniobras sucias de su jefe, un siniestro tipo albino llamado Dragón, así como el hecho de que han matado a un amigo suyo, hacen que acepte un último trabajo consistente en matar a un miembro de una expedición que ha de ascender a la montaña Eiger de los Alpes.  El problema es que no sabe la identidad de la persona que ha de asesinar, tan solo que participa en esa escalada, pero ello no será óbice para que Dragon dé la misión por cumplida, aunque un poco inesperado giro final deje al verdadero asesino libre.  

No veía la película desde los años ochenta y tenía el recuerdo de que era aburrida, especialmente el final con las escenas de escalada.  Sin embargo, es un filme de acción con bastante ritmo en todo momento y las escenas de escalada no se me han hecho tan pesadas como esperaba y, además, están muy bien rodadas.  

El guion es inconsistente, se preparan algunas escenas solo para que Eastwood pueda aporrear a algún tipo impresentable que aparece en la película y la historia de amor con una chica afroamericana que, en principio, trabaja para Dragón es tópica y de poco interés. No obstante, la película se beneficia del indudable carisma de Eastwood y un secundario de buen nivel como George Kennedy.  

Esta película no aporta demasiada gloria a la filmografía de Eastwood, ni sirve para calibrar los diferentes matices con que Eastwood afrontó la interpretación de diversos personajes conectados entre sí como policías o cowboys, pero cumple con el cometido de ser un digno entretenimiento.  

 

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